Allá por los años 50 volvían de vacaciones los estudiantes en tren a Castellón y a punto de llegar circulaba entre los masets cuajados de flores. Entonces los pocos bailes que había estaban tasados, pero con el tiempo se relajaron un poco las costumbres y en alguno de aquellos masets se bailaba, en contadas ocasiones, con las puertas y ventanas cerradas, bajo una tenue bombilla, hasta que se oía ¡esa luz! y cada pareja encontraba su enamorada intimidad. Alguna, más osada, subía al piso donde estaban los dormitorios, pero nunca se supo hasta donde llegaron. Todas se casaban vírgenes. O la mayoría.
Las murallas liberales se levantaron en 1.837, cuando las guerras carlistas y perduraron hasta 1.885. Entre tanto había llegado el tren en 1.854, auténtica muralla de hierro, impidiendo a Castellón prosperar por la parte alta, la más sana. En los planos de la ciudad recién fundada, se observa cómo las calles trazadas de norte a sur son rectas, dejando pasar los aires limpios y frescos de la montaña, y las que suben del mar están quebradas para frenar los aires palúdicos de las marjales que se inundaban hasta el Ingenio. Recientemente han enterrado las vías, recuperando los terrenos que ocupaban y aquella entrada entre masets floridos se ha convertido en una nueva avenida. A un extremo el Centro Comercial La Salera y al otro El Corte Inglés, que en los dos primeros días, tras su inauguración, acogió más de 100.000 visitantes/compradores. Los demás Centros Comerciales también estaban a tope, así como el Mercado del Lunes instalado incluso en domingo y las Tiendas del Centro. Castellón se ha convertido en un emporio importante, gracias a la desaparición de la muralla de hierro. Cualquier clase de barrera impide el normal desarrollo del hombre libre, tanto en el comercio como en lo personal.
La moda no impone, solo orienta, por eso cada uno, de su fondo de armario, elige a su gusto, procurando ir conjuntado. No imagina nadie que nos pongan de uniforme obligatorio, como niños de colegio de pago. Nadie puede decirnos cómo vestir, ni mucho menos imponerlo a través del Boletín Oficial. Con el idioma ha de ser igual. El inglés no lo reglamenta ninguna Academia, existe el de la Reina, el de Oxford más afectado, el de la BBC más claro y hay otras formas de hablarlo en USA, Australia, Canadá, o el “cokney” dialecto del puerto de Londres. No hay ninguna Ley que imponga cómo hablarlo y escribirlo. El español tampoco. La Real Academia reconoce o rechaza palabras en su Diccionario, pero en el BOE no hay ninguna norma que obligue a hablar o escribir el idioma español en determinada forma. Por el contrario, en el palomar de la AVL, dominada casi totalmente por los buitres catalanistas que quieren rapiñar esta Comunidad y regalársela a los del norte, han aprobado una gramática y quieren publicarla en el Boletín Oficial e impedir que reciban ayudas oficiales las entidades que defienden el valenciano auténtico. Se han empeñado en hacerla obligatoria y así podrán suspender, en exámenes y convocatorias, al que escriba o hable como aprendió en su casa. Es la nueva muralla de papel, levantada por los comandos invasores catalanes, para ahogar la libertad de los valencianos y convertirlos en esclavos.
Acabamos de comprobar en nuestra ciudad que la concurrencia de más Centros Comerciales, estando más horas abiertos, sin honorarios rígidos, aumenta el número de compradores y las ventas. La libertad nunca es enemiga de nadie, ni de nada, excepto de quienes viven del Presupuesto y de las comodidades que proporcionan limitaciones dictadas en favor de unos pocos. ¡Ya está bien de buitres! Hay que eliminar de un plumazo esa AVL, podrida de traidores a nuestras señas de identidad, que falsean nuestra historia para sus fines colonialistas. Que nos dejen hablar como siempre hemos hablado. El único límite de la palabra hablada o escrita es que nos entienda el destinatario de ellas. Todo lo demás es nacionalsocialismo o, si lo prefieren, estalinismo puro.
20 de diciembre del 2005, Diario "El Mediterraneo".