El sueño de una noche de verano
lunes, julio 31, 2006
Wenley Palacios

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     Los días del triunfo, la independencia del país ensanchado con una nueva provincia, las otras tres se resistían porque los gabachos hacían oídos sordos como siempre, de pronto langostinos cantidades ingestas de langostinos, el júbilo era indescriptible la gente gritaba por las calles ¡somos independientes!, en las elecciones las urnas flotaban en un mar lleno de langostinos, a los españolistas no les dejaron votar, unos optaron por marcharse y los que se quedaron estaban sujetos a expediente de depuración, había muchos torturadores y opresores todos eran fachas de Franco, los de Patxi pactaron con los de Josu y se repartieron los cargos, a los peneuves les echaron de los cómodos sillones que tantos años habían disfrutado antes de la independencia y buceaban sin poder salir a la superficie cubierta de langostinos, la nueva constitución de la República Democrática Social Euskalduna impuso el marxismo-leninismo, se apoderaron de los mandos de la Policía y crearon la Guardia Secreta, los antiguos gudaris etarras ocuparon los puestos clave y se atribuyeron poderes ejecutivos, a la Ertzaina la limpiaron de sospechosos y desafectos, el viejo Arzallus fue ejecutado por ser un carlista que quería imponer la monarquía católica absoluta ¡y continuaba siendo jesuita!, lo recordaba explicando la lección en clase con los pupitres rebosantes de langostinos, al principio nadie lo creía pero los medios de comunicación todos propiedad del Nuevo Estado lo dejaron muy claro, debía ser cierto porque lo repetían constantemente, algunos que regresaban del extranjero -aunque no era fácil salir del país- dudaban pero no se atrevían a contar nada, la Guardia Secreta estaba por todas partes comiendo langostinos, sabía que le buscaban porque había dicho muchas veces que no quería -de momento- la independencia, cuando las elecciones su partido fue el más votado y exigió la Presidencia de la República, Josu no se lo perdonó, los langostinos venían a por él, salió al jardín y se encontró frente a un pelotón de fusilamiento, oyó ¡FUEGO! y chilló.

     Un enorme ¡NOOOOO! resonó en el dormitorio. Itziar le dio un codazo “¿Qué te pasa Juanjo?” Se despertó “Nada, era una pesadilla”. “No me extraña , cenaste ochenta y tres langostinos, los conté, y dos raciones de paella con langosta”. Era una noche de verano calurosa, iluminada por la enorme luna llena que azogaba el Castillo del último Papa del Cisma de Occidente. Peñíscola emergía del mar azul oscuro, donde se reflejaban las luces de las barcas de pesca. En sus hoteles y apartamentos como durante todo el año, a pesar de que se había construído el doble de lo que había en el año 2006, no cabía un alma. Junto a otros puntos del litoral castellonense, era de los preferidos por los vascos que salían corriendo del paraiso de la Republica Democrática Social Euskalduna.

     En el Bosque se refugiaban las parejas de enamorados huyendo de padres y prometidos burlados, mientras unos cómicos ensayaban. Puck el duende travieso los hechizaba derramando néctar sobre sus párpados y al despertar se enamoraban de lo primero que veían. Un actor fue convertido en asno y la Reina Titania al despertar se enamoró del borrico, que fue lo primero que vio. Cuando Oberón, Rey de las Hadas, recuperó su amor, deshizo los hechizos y los habitantes del Bosque, que los habían padecido, pudieron olvidar todos los dislates, según cuenta Shakespeare, como si todo lo sucedido hubiese sido “el sueño de una noche de verano”.

18 de julio del 2006, Diario "El Mediterráneo".

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