Han vuelto los censores
lunes, julio 31, 2006
Wenley Palacios

0807_0002.jpg     Hace cincuenta años Daniel comercializaba naranjas en Francia para una exportadora y al terminar la campaña volvía a Castellón. En verano se bañaba en la desierta playa del Pinar donde únicamente estaba el merendero El Rancho Grande y unas pocas casetas de baño. Llevaba un “jansen”, pantaloncito que dejaba al aire el pecho, mientras los demás hombres vestían el preceptivo traje de baño con peto y tirantes debajo del albornoz. Un domingo fue detenido por escándalo público. Avisado el presidente de la exportadora, un importante patricio de Castellón, se presentó en el Gobierno Civil para impedir tal atropello. El Poncio, así llamaban a los Gobernadores franquistas, ordenó que lo soltaran. Después de comer Daniel montó en su vespa, recogió a la novia y se fueron al fútbol, a ver al Castellón. Seis o siete policías estaban esperándole a las puertas del Estadio Castalia. Lo detuvieron nuevamente, aprovechando que el Gobernador había salido hacía Madrid. Cuando los políticos tenían cita para despachar en un Ministerio era necesario salir el día antes porque, con aquellos coches y aquellas carreteras, el viaje duraba unas ocho horas, con parada obligatoria, a comer o merendar, en Motilla del Palancar. Acudió a Comisaría el insigne patricio acompañado de Don Manuel, uno de los mejores abogados de Castellón, que aconsejó a Daniel: “la policía solo quiere que te excuses porque has estado alardeando de que te sueltan enseguida. Pueden retenerte 72 horas antes de llevarte al Juez y, aunque es muy probable que ganemos, de aquí unos días volverán a detenerte con cualquier motivo y estarás en el calabozo otras 72 horas, y así más veces. Incluso pueden retirarte el pasaporte”. Conseguir un pasaporte era una obra de gigantes, exigía múltiples trámites y que alguien respondiera, no se lo daban a cualquiera, podía ser un desafecto al régimen que contactara con comunistas y masones en el extranjero. Daniel pensó en su trabajo, agachó la cabeza y se excusó.

 

     Cuando hablamos de censura imaginamos a Camilo J. Cela publicando “La Colmena” y “La Catira” en Suramérica, porque aquí no pasaban la censura. O nos acordamos de los periodistas a quienes tachaban con lápiz rojo sus artículos, total o parcialmente. La censura era mucho más. Después de 50 años la historia de Daniel parece una anécdota, más cercana a la época de las cavernas que a nuestra pasada juventud. Pero aquellos censores han vuelto, están otra vez aquí de la mano de los nacionalistas con la ayuda inestimable de ZP. Si fumas te pueden amargar la existencia y el bolsillo. Cualquier comerciante más allá del río Cenia, si no exhiben hasta el más pequeño letrero en catalán, tanto fuera en la calle, como dentro en su botiga, le multan, incluso pueden no renovarle la licencia. Los médicos son perseguidos, manosean e investigan los sagrados historiales secretos de sus pacientes -lo que puede ser un delito- para comprobar si están redactados en catalán o en otro idioma. Manuel Conthe, presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores va a imponer que las empresas tengan consejeras por lo que la paridad, aunque sean como la Ministra de Incultura; otros independentistas y Auditores fijos; y si no lo hacen tendrán que dar explicaciones. En una palabra, o introducen comisarios políticos del PSOE o les lloverá una plaga de problemas. Han vuelto los censores para controlarnos, para destruir hasta las más pequeñas parcelas de libertad. Los nacionalistas y ZP no creen en la democracia, ni en la libertad, están dándoles hachazos constantemente. Ahora ZP “El Malo”, ha inventado la “democracia avanzada”. Es para echarse a temblar, cuando a los conceptos claros les cambian el nombre o les añaden un adjetivo, los desnaturalizan de raíz. Con el último Dictador vivíamos en una “democracia orgánica”, los países satélites de la URSS eran “democracias populares”. Ninguna era demócrata, porque a la democracia, como a la libertad, cuando les añaden un adjetivo, las matan.

 

24 de enero del 2006, Diario "El Mediterráneo".

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