La familia casó a Cayo Julio César cuando tenía 17 años con una chica rica llamada Cossutia. Aquello sólo duró un año. Él estaba interesado en la política y tras el divorcio volvió a casarse con la hija de un Cónsul, Cornelia, la cual a los 32 años le dejó viudo. Sin dejar pasar mucho tiempo se casó con una nieta de Sila, Pompeya y cinco años después consiguió ser nombrado Pontífice Máximo de la Religión Romana con derecho a vivir en la Domus Pública. Allí su mujer organizó la celebración de la Fiesta de la Buena Diosa, a la que no podía acudir ningún varón, pero un guardaespaldas de Cicerón, enamorado de ella, Publio Clodio Pulcro, disfrazado de mujer, se coló con intención de seducirla. Fue descubierto y juzgado, aunque eludió la condena comprando al jurado, mientras la murmuraciones corrían por Roma. El matrimonio de Pompeya acabó en divorcio porque él sentenció que “la mujer de César no sólo no debe ser culpable sino tampoco parecerlo”.
El juez Baltasar Garzón se reunió hace tres fines de semana con el Ministro de Justicia Bermejo, el Jefe de la Policía Judicial y una Fiscal. Los dos primeros practicaron la caza mayor y todos cenaron juntos. Dice Bermejo que no tramaron nada. Es cierto. Fueron a celebrar. “Veinte años de gobierno socialista”, con las copas en alto, fue el brindis de Garzón, pues, obedeciendo sus órdenes, los agentes de la policía judicial, ante las televisiones, cubiertos con pasamontañas ya habían detenido, esposado y enchiquerado a un tal Correa y dos socios en una trama en la que, proclamaba, implicados altos cargos del PP.
¿Qué han hecho? ¿Quiénes? ¿Financiaban al PP o iban por su cuenta? No se sabe nada. Secreto del sumario, pero un diario nacional adicto al Gobierno iba insinuando supuestas historias, sin pruebas y sin oír a los desconocidos acusados. Indefensión total. Mientras en You Tube aparecía un alcalde socialista andaluz, cogiendo de manos de un constructor 30.000 €, contándolos en voz alta y metiéndoselos en el bolsillo. No parece ser que haya sido detenido, ni esposado, ni encarcelado. Garzón dice por escrito que hay un par de aforados, es decir, parlamentarios nacionales o autonómicos sobre los que no tiene competencia para investigar, como le ha dicho el Fiscal, pero él, de momento, sigue, a riesgo de que todo lo que aparezca sea nulo y nunca se pueda utilizar. Es lo de menos, no se trata de hacer justicia, sino política ruin. Para cuando sean declarados inocentes, como en el Caso de Lino, el daño a esas personas y al PP ya está hecho desde ahora. Vislumbran 20 años de socialismo, digo, de Bermejos, Blancos, Magdalenas, Aídos y demás patulea, bajo el mando del político más incapaz que ha tenido España desde Fernando VII, a quien el pueblo, antes de conocerlo, llamaba “el deseado”.
El Fiscal Bermejo y el Juez Garzón no son ignorantes. Como todo el mundo, conocen lo de la apariencia de la mujer del César. Al actuar así, se descubren, por su actitud chulesca, pero la gente lo ve y se desprestigian, pierden el respeto, y un juez sin prestigio podrá ser temido, como un tirano, pero nunca tenido por justo y respetable. El daño no sólo afecta a las personas filtradas interesadamente por aquél periódico adicto al Gobierno, ni al PP, el principal daño es para la justicia, porque los ciudadanos, al ver el espectáculo, piensan que los jueces son como el cazador de venados. Este país se ha convertido en un teatrillo de títeres, con 44 millones de espectadores, la mitad aplauden y la otra mitad con la boca cerrada ponen cara de no estar aún bastante cabreados. Y todos en el paro.
Por fin, Rajoy se ha plantado y está rotundo. Se ha crecido ante el castigo. Ya era hora. Bermejo ha sido despedido y Garzón querellado. Conforme en limpiar corruptos si los hay, los que mal usan el dinero y los que abusan del poder.
10 de Marzo de 2009, Diario "Mediterráneo".