DEMOCRACIA, SIN ADJETIVOS
martes, junio 14, 2011
Wenley Palacios

Sólo quien vive en una pequeña comunidad puede disfrutar de  democracia real para la toma de decisiones, pero es imposible reunir en un macroestadio a cincuenta millones de ciudadanos para decidir y ejercer sus derechos. Cuando una comunidad de pocos miles de personas se reúne en asamblea, la cosa no funciona. Unos pocos dominan el cotarro y se imponen a los demás sin escucharlos. Los portavoces se convierten en remedos del inefable Jordi Pujol. Cuando iban a por él acusaba a sus oponentes: “atacan a Cataluña”. Los mamporreros de las asambleas actúan igual, si alguien les ataca, les llaman fachas y les acusan de estar contra de la democracia. Peroran en nombre del pueblo, pero no representan ni a todos los que están allí. Han pasado 20 días y ya se han dado a conocer. Los primeros que aparecieron en la Puerta del Sol y en otras plazas de España, decían cosas coherentes y gustaron, los que quedaron, en su mayoría, eran extremistas, huérfanos de papaíto Stalin, que han ido recolocándose con los verdes, los antisistemas y ahora con los indignados. El resto es chusma, aprovechados que acuden a comer gratis.

Yo también estoy indignado, pero dentro de muestra deficiente democracia se puede mejorar el sistema. En la crítica, que es lo fácil, estamos todos de acuerdo. “Cambiar la Ley Electoral”. “Los políticos no nos representan”. “Hay mucha corrupción”. “Basta ya“. Ninguno de los acampados -tenían cara de no haber trabajado ni cuando había pleno empleo-  ha dado una solución. En realidad muchos de ellos aspiran a ser paniaguados, subvencionados y carecen de un plan de acción.

La democracia es auténtica cuando los diputados representan a los ciudadanos de su distrito, no al partido. Hoy, si un diputado vota en conciencia, pensando en lo mejor para su ciudad o su distrito, pero en contra de lo ordenado por el partido, puede ser castigado y si reincide expulsado. La regla D´Hont que ha desvirtuado la representatividad en nuestro país, fue fruto de un pacto entre los padres de la Constitución, los conservadores la aceptaron a cambio de que los socialistas se olvidaran de la república como forma de Estado. Lo montaron tan mal que al PSOE con 169 diputados y 11.064.524 votos (según las elecciones de 2008) le sale el diputado por 65.470 votos. Un poco más al PP y a CIU. Al PNV con 303.246 votos y 6 deputados, tienen sus culiparlantes por sólo 50.541 votos cada uno. Pero a IU sus dos diputados le han costado 481.520 votos por cabeza; y UPyD con 303.535 solo tiene un diputado.  Es evidente que algo falla en la representatividad.

Los partidos bisagra son inmorales, solo aspiran a venderse a uno de los partidos mayoritarios para que éste consiga gobernar a cambio de inconfesables ventajas que, sin vergüenza, hacen públicas. Tras las municipales del 22-M parece que en algunos paridos, al menos en parte, está prendiendo la ética de dejar gobernar al más votado. Es un paso decisivo para concienciar a nuestros políticos, a ver si cambian la Ley Electoral como desea la mayoría de los votantes.

El otro requisito para que haya democracia, junto a las auténtica representatividad de los legisladores, es la independencia de los tres poderes. Debe haber una elección para Presidente del Ejecutivo con segunda vuelta si no obtiene más del 50% de los votos en la primera. ¡Y los jueces¡ Estos deben ser independientes, pero no necesariamente eternos. Entran tras una oposición y van escalando. Pero para subir a las cimas el “rappel” requiere técnicas difíciles y ayudas de “sherpas” de los partidos. A cambio suelen perder su independencia en la subida. No pasaría nada si los ciudadanos eligieran a sus jueces. Sería mejor.

Hay mucho que hablar sobre  cómo se organiza una democracia real. Mejor dicho, una democracia, sin adjetivos.

14 de Junio de 2011, "Mediterráneo".

Article originally appeared on Wenley Palacios - Libertad día a día (http://wenley.squarespace.com/).
See website for complete article licensing information.