EL BONZO
jueves, septiembre 27, 2007
Wenley Palacios

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     En el Tibet a los monjes budistas se les llama Lamas y en Vietnam son conocidos como Bonzos. La esposa del Presidente de este país, la Señora Nhu, se mostró dichosa de ver cómo se quemaba el 11 de junio de 1.963 el bonzo Tích Quang Dúc, en el cruce de dos calles del centro de Saigón, una de ellas hoy renombrada con el nombre de Tích. Protestaba por la política de opresión a la religión budista. Días después otros bonzos le siguieron en el sacrificio. Pertenecían a la Pagoda Linh-Mu sita cerca de Hue, la antigua capital, hoy lugar de peregrinación, porque los restos de Tích fueron recogidos para realizar la cremación conforme al rito budista, pero, tras esta segunda quema, el corazón se mantuvo intacto, lo que le proporcionó fama de santo. La despiadada señora Nhu es conocida como la Dama Dragón. “Mientras se quemaba el bonzo nunca movió un músculo, nunca pronunció un sonido, su calma exterior aparecía en agudo contraste con la gente, que se lamentaba alrededor de él”. Así lo contó el New York Times y lo recuerda un monumento en aquella encrucijada. Los bonzos creen que no fue un suicidio, sino una inmolación. Thich logró su propósito. El Gobierno cayó a los tres meses.

     Otras muchas personas se han quemado a lo bonzo. El último fue el rumano Nicolai Mirita, el pasado día 4, en la Plaza María Agustina. Ardió hasta que dos Guardias Civiles lograron arrancarle las ropas, encendidas como enormes pavesas. Trasladado a la Unidad de Quemados del Hospital La Fe de Valencia, con el 70% del cuerpo quemado, primero dieron esperanzas, pero mientras escribo, las noticias que llegan son pesimistas. Vino hace tres meses, con su mujer y dos hijas, engañado con una falsa promesa de casa y trabajo. Vivían en la

calle, vendiendo chatarra y refrescos en la playa. Recogieron 400 € para volver a Rumania, pero fue nuevamente estafado. Acudió a la Policía que le remitió a Asuntos Sociales y éstos a la Cruz Roja. Como dijo su hija “aquello era un círculo, nos mandaban de un sitio a otro, pero nadie nos daba ayuda”. Nicolai protestó por tanto desamparo. Se quemó a lo bonzo.

     No se quejaba del efecto llamada, ni de la política española de inmigración. Posiblemente no tenía conocimiento de lo que estas cosas significan, ni de la influencia que ejercieron sobre él. Se quejaba de que no haber encontrado en su entorno una persona solidaria con su problema. Necesitaba 400 € para regresar a Rumania que no obtuvo de personas, ni de Instituciones. A algunos de los que vienen en patera los repatrían en avión y la policía les acompaña a su país de origen. Él pedía menos, 400 € para regresar con su mujer y sus dos hijos a Rumania, porque no estaba dispuesto a robar. Lo que falló a este hombre fue la solidaridad que debemos a los demás, es decir, el amor al prójimo, o la caridad como se decía antes. Significan lo mismo.

     Los castellonenses, los que estábamos cerca de él, aún sin saber de su existencia, fallamos al mandato evangélico de amar al prójimo como a uno mismo y al deber de procurar su derecho humano a la dignidad, el de poder vivir adecuadamente. Una vez quemado, personas particulares e Instituciones han sido generosas con esta familia, pero ha sido necesario que protestara a lo bonzo. Quemándose.

18 de Abril de 2007, Diario "Mediterráneo".

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