La historia auténtica. La verdad
En el Restaurante 1900, hace unos quince años, tenía sentado delante al Presidente de la Generalitat Catalana. MEDITERRÁNEO le había invitado a las nuevas instalaciones en la Avda. de Almazora y culminó el día dictando una conferencia en la Caja de Ahorros. Antes de irse cenó con consejeros de PECSA y redactores del periódico. Pujol contaba cosas, encantando a los comensales. Cuando hablaba de Jaume I, como si fuera propiedad de los catalanes, quien se sentaba delante de él, le cortó: “Jaume I, el Bandoler”. Pujol se sorprendió. A los tres años, Don Jaime, nacido en Montpellier en 1.208, fue entregado como rehén por su padre, Pedro el Católico, a Simó de Montfort, Caudillo de la IV Cruzada, quien dos años después le venció y dio muerte en la batalla de Muret. Quien había cortado a Pujol siguió: “por eso al llegar a la mocedad le advirtieron que no intentara conquistas en Occitanía, perdida para siempre para los Condes de Barcelona y la Corona de Aragón, porque correría la misma suerte de su progenitor. Le mandaron bajar al moro, a luchar contra ellos”. Pujol no se retractó, sencillamente espetó: “eso es la historia, pero hay que contarla de otra manera”.
Hace ocho años, con la llegada de Eduardo Zaplana a la Generalitat Valenciana, en TV Catalana entrevistaban a un profesor temoroso del PP, por si la lengua que habla la mayoría de los pueblos de muestra autonomía, no se definía como catalán. Sentenció: “Si no es catalán, no haremos nunca els Paisos Catalans”.
Algunos políticos reinventan la historia y la interpretan a su capricho, con tal de adornar y justificar sus propósitos. Piensan menos en cómo administrar la cosa pública. El recién nombrado tripartito catalán, no dice cómo funcionarán las cosas para mejorar la vida de los ciudadanos españoles que viven en Cataluña, catalanes o no. Hablan de una utopía, la Cataluña libre, suponiendo que es lo único que preocupa a la gente de allí. Olvidan que, desde hace siglos, son parte integrante de España y tienen Constitución y son libres, porque así lo ha querido la inmensa mayoría de los españoles. Se hinchan la boca hablando del ámbito de decisión catalán o vasco; ignoran qué quiere el ámbito de los españoles, ellos incluidos. Carod-Rovira, con el 16% de votos en Cataluña, un 2% en España, pretende arreglarnos la vida a todos, con la complaciente alianza de los comunistas (Llamazares dice que el patriotismo le da vergüenza) y el culo al aire de Pascual Maragall.
Mi amigo Ezequiel cuenta un chiste, hoy, profético. Una jovencita quiere salir, por primera vez, invitada a una fiesta en casa de los ricos de la ciudad. El padre se resiste, pero accede tras un buen sermón y le avisa: “ten mucho cuidado hija, a mitad del baile aquel chico dirá: hace mucho calor y te invitará a salir al jardín. Allí, sin saber cómo, se tumbará en un banco, te rasgará el vestido y, puesto encima, te deshonrará a ti y a toda nuestra familia”. Ella juró que no le pasaría nada y se fue muy contenta al baile. La preocupación del padre fue creciendo a medida que pasaba cada hora de la madrugada, esperando a su hija. Por fin, llegó con el pelo revuelto y el traje medio roto, “ya te lo dije, te ha invitado a salir al jardín, te ha tumbado en un banco y ...”. “Alto papá, no sigas, no fue así, fue tu hija quien se puso encima y lo deshonré a él y a toda su familia”.
El Sr. Zapatero está haciendo de papá de Don Pascual en la fiesta de la toma del Palacio catalán. Asegura que serán los socialistas los que meterán en el puño constitucional a sus socios independentistas y comunistas.
La historia es una vieja dama, por mucho que la trajinen y escondan sus razones, al final las saca a la luz pública. Las utopías no suelen llegar más allá del trayecto recorrido por la dictadura del proletariado. Lo que no es realizable, no solamente es inútil, además, no es bueno, porque normalmente acarrea grandes males. En los casos del comunismo y ETA, muchísimos muertos. Carod-Rovira solo va a su utopía. No se pregunta qué desean ser los demás españoles, los que han de decidir en el único referéndum posible, según la Constitución. Por mi parte no tengo ningunas ganas de ser catalán. En Castellón agradecemos nuestra fundación al Rey Jaime I El Conquistador, que no era catalán.
14 de diciembre de 2.003 , Diario "El Mediterraneo".
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