En mi nombre tampoco

La capital de Grecia debe su nombre a Atenea, diosa de la Sabiduría, de la Industria, de las Artes y de la Batalla por su dominio de la Estrategia y la Táctica. El más poderoso de los dioses, Zeus, hizo el amor con Metis y en un arrebato de celos sopló, la convirtió en mosca y se la tragó. Metis había concebido una hija, que martilleó la cabeza de Zeus, produciéndole terribles dolores. Al abrírsela con un hacha, salió Atenea ya adulta con armadura, casco, lanza y escudo. Fidias esculpió su efigie en marfil y recubierta de oro la adoraban en el Partenón. Era la protectora de los griegos en la guerra de Troya y ganaron.
Irene Villa, como una nueva Atenea, fue encargada por la AVT para hacer el llamamiento a la manifestación del pasado día 4. Ha estudiado tres carreras universitarias, ha escrito un libro, mira hacía delante y no quiere que su sacrificio sea moneda de cambio en un pacto con los asesinos. Delante de la primera pancarta “en mi nombre, no”, en silla de ruedas porque ETA le cortó las dos piernas cuando tenía doce años, inició el recorrido de dos kilómetros y medio. Detrás le acompañaron un millón de españoles. Era la imagen de la mayoría del pueblo, que ha puesto la verdad, la decencia, el valor y la esperanza por encima de la propia vida.
Los asesinados no pudieron manifestarse, otras víctimas sí, porque, como José María Aznar, salieron ilesas cuando atentaron contra ellos o quedaron mutilados y estuvieron allí apoyándose en sus muletas. Víctimas del terror somos todos, en cualquier momento, a nuestro lado puede explotar una bomba.
En solo un año el Gobierno ha conseguido dos cosas: cerrarse las puertas en el extranjero, antes no llamaba Bush, ahora ni Chirac, ni Schöeder, sus nuevos amigos, Fidel y el Moro, rechazan en sus fronteras a políticos españoles; y dividirnos. Después de tres años de cruel guerra y otros cuarenta de dictadura, la transición enterró las viejas rencillas de las dos españas que helaban el corazón, para construir una España democrática. Peces Barba ha clasificado a unos como buenos y a los otros como malos.
En el otro lado está Pilar Manjón, que llora por las mañanas la muerte de su hijo asesinado, dolor profundamente respetable. Pero cuando deja de llorar, se convierte en la gran manipuladora a las órdenes del zapaterismo, otorga títulos de víctima y de supuesta decencia con frases que destacan su vileza. José María Alcaraz, María del Mar Blanco, Consuelo Ordóñez, Mikel Buesa, han tenido que oír que no son víctimas por ser “solo” hermanos de asesinados. A esas palabras, retorcido y mentiroso, se ha unido Rubalcaba y el propio ZP, que, como víctimas, solo cuenta a los muertos y éstos no se han manifestado. Joan Puigcercós, de ERC, dice que la política no la pueden dirigir los muertos, pues es para los vivos y para el futuro. No es de extrañar que, hartos de tanta bazofia, grupos de socialistas y 250 intelectuales, están formando corrientes de opinión y un nuevo partido, que represente a esa Cataluña verdadera, la que habla catalán y castellano, la que se siente tan catalana como española, como le ocurre a un andaluz, a un valenciano o a un extremeño y no quieren renunciar a una historia de siglos, por un nacionalismo que les lleva al suicidio colectivo.
A punto de ser derrotada la Alemania nazi, Churchill recordó a los hombres de una tribu del Peloponeso, a quienes infringieron graves daños, vil y traicioneramente. Cuando vencieron a sus enemigos y los tenían acorralados en una playa desnudos para matarlos, los liberaron: “no lo hacemos porque sean hombres, sino por la naturaleza humana”. Churchill exigía, como la mayoría de españoles exigimos a ETA, que se rinda sin condiciones, sin concederles ningún derecho. Ellos saben que los demócratas, respetaremos lo que nos impone nuestras creencias y los derechos humanos, incluso la misericordia.
21 de junio del 2005, Diario "El Mediterraneo".
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