"300" EN LAS GUERRAS MÉDICAS

     Diez años antes, Darío, Rey de los persas o medos, fue vencido por los griegos en la batalla de Maratón. En su recuerdo, la prueba atlética más importante de las Olimpiadas lleva su nombre. Su sucesor Jerjes, en el 480 a. C., lanzó un ejército de 1.000.000 de hombres que vivían atemorizados, sujetos al capricho real, contra las ciudades-estados griegas, democráticas y libres. Los aliados griegos formaron un ejército de 7.000 soldados, a las órdenes del espartano Leónidas y se apostaron en el Paso de las Termópilas de seis kilómetros de largo y anchura, en algunos tramos, de poco más de un metro. Les conminaron a entregarse, en vista de la desproporción numérica de los dos ejércitos, pero su respuesta fue: “si quieres nuestras armas venid a cogerlas”. El primer día fueron masacrados los atacantes persas y tuvieron que retirarse. Al día siguiente Jerjes mandó a los “Diez Mil Inmortales” -así llamados, porque al caer uno en la batalla, era inmediatamente repuesto- pero corrieron la misma suerte, al igual que en los dos días siguientes. 

     El Rey Persa estaba dispuesto a retirarse, cuando el traidor Efiates, ávido de recompensa, le enseñó un camino por la montaña. Los griegos fueron rodeados y sorprendidos. Leónidas licenció al ejército aliado. Solo quedaron los 300 hoplitas espartanos y otros 1.000 entre tebanos y tespeios, que murieron luchando en defensa de la democracia y la libertad. Los famosos 300 hoplitas espartanos, portaban lanza de dos metros, espada, escudo redondo de maderra forrado de metal, casco –solo se les veía los ojos- y polainas, todo ello de bronce, y mantos rojos de lino, para que la sangre de las heridas no se notara. Provocaban pavor a los enemigos. Luchaban pegados uno a otro, sin salirse de la línea, pues, cada uno protegía al de su lado. Vivían preparándose y concentrados en la lucha por la defensa de la libertad, con desprecio de sus propias vidas, para defender un bien superior, la democracia.

     Junto al león que conmemora la gesta figura una inscripción: “Extranjero si vas a Esparta, di que yacemos aquí por obedecer sus Leyes”. Los persas quemaron los edificios de la Acrópolis, pero Atenas estaba vacía. Los griegos se habían refugiado y concentrado en Salamina, a las órdenes de Temístocles, esperando a las naves persas, que derrotaron. Al año siguiente, vencieron nuevamente en Platea. En 449 a.C., tras la paz de Calias, acabaron las Guerras Médicas, narradas en la “Historia” de Herodoto, como ejemplo universal de defensa de la libertad y la democracia por los griegos, siempre preparados y dispuestos para luchar y morir, antes que ser esclavos, como lo evidencia el siguiente suceso: Lícides, del Consejo de los Quinientos, expuso al pueblo que era mejor la capitulación para evitar males mayores. Al oirlo los atenienses montan en cólera y lapidaron al cobarde orador y a toda su familia. Ese era el espíritu de los fundadores de nuestra civilización occidental.

     La película “300”, que ya podemos ver en Castellón, narra la gesta de Leónidas. De ella extraeremos una clara consecuencia: cuando alguien quiere destruir “los vínculos con nuestra historia, religión, nación y cultura”, como dice Sharansky, “trata de destruir nuestra libertad y democracia”; por eso, ante tales ataques, debemos responder a los bárbaros, así llama Heródoto a los persas, con todas nuestras fuerzas. Está en juego nuestra libertad, nuestro destino. ¡Nunca seremos esclavos, nunca nos daremos por vencidos!

28  de marzo de 2007, Diario "Mediterráneo".