LAS MONAS DE PASCUA

     Esos días llovió, así que estaban apretados en el comedor de la masía, alrededor de una mesa de doce y eran más. La idea, tramada días antes, era comer bajo los árboles que hay en la parte de atrás de El Palmeral, contando con el cambio climático que presagiaba días soleados y calurosos, como había prometido el Gobierno, después de escuchar al “losser” Al Gore –verdad debía decir, pues, era contrario a Bush- y a los científicos “biempagaos” que pronostican terribles hecatombes. Como dice Constantino, en tiempos que nos hemos librado de torquemadas y savonarolas, vienen a asustarnos éstos ¡Menudos ayatolás! El día que no anuncien rayos cósmicos que nos abrasen, pronosticarán lluvias que nos ahogarán en profundas aguas marinas”.

     Constanza hizo unas monas de carne riquísimas con carne adobada, la misma que emplea Marta para esas longanizas especiales que hace en su carnicería. Y “coca ab tomata”, también les salen muy buenas. Muchos prefieren los trozos los de la parte de fuera. La “baraneta es lo millor”. Tienen razón porque el reborde de la coca está tostado, con un sabor especial. Lola había preparado dos ensaladas y sacó “llescas” de pan de Villar de Canes. Lo hacen como hace más de cincuenta años, levadura natural, amasado a mano, horno de leña. En las ensaladas buenos trozos de tomates de esos que llaman de pata negra y a los lados dos platos de jamón de la misma denominación. En el centro una enorme cazuela de conejo al ajillo y otra con solomillos de ternera. Las patatas nuevas, asadas en la chimenea, cada uno las partía en dos o cuatro trozos, según el tamaño, les echaba sal y las restregaba en el aceite que había echado en su plato. Unos cerveza y otros Ribera del Duero. Para postre más monas, de moniato naranja, de moniato con frutas en dulce, de chocolate y de crema. Esto fue el Domingo de Pascua y el siguiente, víspera de San Vicente, se repitió el menú, no por falta de imaginación, sino por votación popular. A decir verdad hubo variantes el primer domingo, en vez de conejo, manitas de cerdo y con el café tiramisú, en lugar de flan de coco, especialidades de Julia. Los comensales como siempre alabaron a las artistas y les animaron a seguir practicando, para superarse si es posible. Juan comentaba: “tal vez sea muy sólido lo que comemos aquí, pero, para mí, el Buli y compañía ponen poco en el plato y mucho aire y ¡para aire, buñuelos¡”.

     Como no sólo de pan vive el hombre, quede constancia de qué es la fiesta en que nos atiborramos de monas y otras suculencias. El Domingo de Pascua se celebra la fiesta mayor de los cristianos. La Resurrección de Jesús, tras su muerte en la cruz con el corazón alanceado, tras ser envuelto en un sudario y sepultado, auténtica prueba de su divinidad. Su sacrificio en la cruz es el regalo del paraíso, que hace a todos los hombres, sin distinción, porque no salvan las obras de cada cual sino el sacrificio de Jesús. No pide nada a cambio, con tal de que creas en Él y ames a los demás. Como dijo San Pedro en el Concilio de Jerusalén “nos salvamos por la gracia del Señor Jesús”. Con razón hay que celebrar la fiesta en que se hace realidad un Dios que, egoístamente, nos conviene. Es el padre que sale al encuentro y abraza al hijo pródigo, que vuelve vencido y suplicante, sin dejar, ni siquiera, que pida perdón y organiza una fiesta para celebrarlo y le repone en su puesto de hijo a cambio de nada. Sin duda la celebración de la Pascua es por haber encontrado a ese Dios que nos conviene.

 23 de Abril de 2007, Diario "Mediterráneo".