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jueves
may312012

LOS ANCIANOS DE LA TRIBU

 En algunas tribus la autoridad recaía en el Consejo de Ancianos,

hombres que pasaban de los treinta  años. El promedio de vida

no era mayor. Hace menos de cien años, un anciano tenía

sesenta,  achaques y  un pie en el otro barrio. Hemos

evolucionado. La jubilación no equivale a decrepitud,

ni enfermedad incurable. Marca  la época de nuestra vida

dedicada al descanso. El  derecho a cobrar la renta por los muchos

años trabajados. Aunque sea escasa. No es el adiós a la vida.

Quedan unos años, tal vez  veinticinco, de  vida tranquila. O no,

a elegir. Hay quien prefiere realizar un trabajo, aunque sea a

nombre de un hijo, o cuidar su tierra, que tenía, de no haber sido

agricultor, a medio producir. Otros prefieren descansar. Jugar

la partida con los amigos o aprender a bailar. Nunca como ahora,

en las verbenas, se ve tantos jubilados marcando correctamente

pasos de baile. Ellos y ellas. A buen seguro nunca han

sabido bailar el tango o el mambo. Todo lo más el pasodoble y

sin hacer las florituras con las que se adornan ahora.

 

Tenemos al Gobierno acojonado. Cada vez hay más votantes

jubilados. Todos los año sube la partida de los Presupuestos

del Estado para pagar las Pensiones y la Seguridad Social

que consumimos. Tenemos más tiempo, sin prisas, para ir

al médico. Y tomamos un buen número de pastillas  diariamente.

“-¿Usted doce?”

 –“No tantas, no llego a diez. Sólo nueve. Y no me hacen daño.

Cada una va su sitio y  paso el día de maravilla. Como un chaval.

Más o menos”.

El otro jubilado también presume: -“Ya no puedo saltar tres tramos

de escalones. Ni comer de todo. Por lo demás, después de la

operación de cadera, estoy de primera”. 

Se acerca un amigo, que ha oído la conversación, y aporta su

experiencia: “-Cuando me dio el telele me hicieron un “bypass”

y estoy fenómeno”.

 

El promedio de vida de  un español está en los 82 años,

Las mujeres  seis más. Los que en enero cumplieron 81 no

piensan que se morirán en unos meses. Lo tiene programado

para más tiempo. Ser centenario ya  no es noticia.

Abundan las esquelas de los que fallecen con más de noventa.

 

La jubilación se suele pasar con buena calidad de vida.

Nadie quiere morirse. Saben que pasarán por ese trance,

pero sin empujar, en su momento. Los creyentes, que son los más,

saben que el Dios que nos contaron de pequeños no es el que

existe. En realidad actúa como un Padre. Se encarnó en Jesús

y vino al mundo no para condenarnos sino para salvarnos.

Al crear el Universo decidió amarnos y no puede dejar de hacerlo.

Sólo pide que le queramos. Un poco. De esa manera tan

imperfecta con que los humanos hacemos cualquier cosa.

-“¿Cómo se mide nuestro amor a Dios?”

-“Fácil. Por nuestro comportamiento con los demás. Poca cosa,

siendo honesto con todos”.

 

Vilafamés, Primavera de 2012..

 

 

 

 

 

 

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