Lucrecia Toriz. La elocuencia

En Veracruz, al pie del volcán Citlaltépetl de 5.743 m., apagado desde 1.687, de la ciudad Orizaba, bajaban los hilanderos hacía Nogales, para liberar a sus compañeros detenidos por estar en huelga. El capitán de los rurales, Carlos Herrera, ordenó apuntar, iban a disparar cuando se abrió paso una mujer delgada. Lucrecia Toriz, levantó la voz “el hambre, la injusticia y la pobreza a que nos enfrentamos todos los días, a cambio de unos cuantos pesos que se quedaban en las tiendas, vaya, es lo que nos mueve a pedir salarios justos”. Su forma de hablar, con palabras que salían de sus entrañas, sinceras, relatando la verdad que tan bien conocía, sorprendió a los rurales. Bajaron las armas y fueron a dar parte a Rosalino Martínez, verdugo de Orizaba por sus matanzas en Río Blanco (1905) y Cananea (1906). El movimiento de Flores Magón, fue la antorcha que recogió Madero. El 20.11.1909 se iniciaba la Revolución Mejicana y Porfirio Díaz, tras 30 años de dictadura, embarcaba en Veracruz rumbo a Europa.
La elocuencia, cuando el que habla es sincero y dice la verdad, suele producir efectos a veces efímeros, pero a la larga da grandes frutos. En 1.917 la huelga promovida por los bolcheviques acabó con el zarismo en marzo y en octubre con el gobierno de Kerenski, alumbrando una nueva era, ya finiquitada.
La primera huelga conocida es de 1.165 a.C., gobernando Ramsés III en Egipto. Los trabajadores del Valle de los Reyes, dejaron el trabajo: “tenemos hambre, han pasado 18 días de este mes, … hemos venido aquí empujados por el hambre y por la sed, no tenemos vestidos, ni grasa, ni pescado, ni legumbres. Escriban esto al faraón, nuestro buen señor y al Visir nuestro jefe, que nos den nuestro sustento”.
En la actualidad, en Alemania, importantes industrias del carbón y del acero, trabajan en codecisión de trabajadores y directivos y las huelgas prácticamente han desaparecido. En Norteamérica hay empresas que, cada mes, fijan sus balances en el tablón de anuncios, para que los trabajadores sepan lo que pueden esperar de la empresa, fomentan la productividad y los trabajadores conocen las expectativas de mejores salarios. Habiendo tribunales laborales, sistemas arbitrales e interlocutores sociales, el derecho fundamental a la huelga ha perdido su oportunidad en muchos casos.
La trupe de artistas del cine español, soporífero, salvo pocas excepciones, necesita subvenciones estatales, pues no hay productor que arriesgue dinero para financiar sus bodrios. En una economía de libre comercio, la empresa asume los riesgos para bien y para mal, sin intervención del Estado. Pero la trupe, el día de su fiesta, organiza la protesta. No pueden hacer huelga, porque apenas trabajan. El año pasado se pusieron el cartelito “No a la Guerra”. Este año han “defendido” la libertad de expresión, que nadie ataca. No han querido ponerse la pegatina de “No a ETA”. Ellos están a lo suyo, van de rogelios por la vida, pero la solidaridad con las víctimas del terrorismo no les interesa. Dando ejemplo tres políticas ilustres lucían la pegatina contra ETA, Rosa Aguilar, Rosa Diez y Pilar del Castillo, representando todo el arco político nacional. La trupe solo quiere dar una patada al Gobierno a ver si abre las arcas, que nutren los impuestos de los españoles, para que ellos hagan películas soporíferas. La Sampietro, Presidenta de la Academia del Cine, decía: “hay millones de espectadores deseosos de ver nuestras películas”. No se lo creen ni los tontos. Si fuera cierto, los productores harían esas películas. Sus palabras no salían de las entrañas, no relataban una verdad, solo hablaba de su cartera. Para realizar una gesta hay que estar convencido de la verdad y así poder comunicarla al personal. La oratoria no sirve para nada, si no se transmite auténtico sentimiento, entonces la elocuencia arrastra a los que escuchan.
15 de febrero de 2.004, Diario "El Mediterraneo".
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