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lunes
jul312006

Demasiados accidentes

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     El arquitecto Dédalo construyó el Laberinto de Creta, pero su Rey Minos lo encerró en una torre junto a su hijo Ícaro. El padre consiguió escapar de la torre, pero no de la isla muy vigilada por mar. Entrelazó pequeñas plumas pegadas con cera, añadiendo otras, cada vez más grandes, aseguradas con hilos. Curvó las alas como si fueran de pájaro, probó y pudo volar. Hizo otras para su hijo y abandonaron Creta, aconsejando Dédalo a Ícaro que no volase cerca del sol para no derritir la cera, ni muy cerca del mar para que no se mojaran. Volaron sobre Samos, Delos y Lebintos, pero cuando Icaro ascendía hacía el cielo el sol derritió la cera, se despegaron las plumas pequeñas, las alas no le mantuvieron en el aire y cayó. Su padre lloró amargamente y llamó a las aguas que habían sepultado a su hijo el mar de Icaria.

     El último fin de semana con puente ha ocasionado 58 muertos en las carreteras, 38 heridos graves y 27 leves. Al cabo del año mueren en las carreteras varios miles de personas. El 1 de mayo celebraron los Sindicatos manifestaciones reivindicando una lucha eficaz contra la siniestrabilidad laboral. En Castellón recordaron las 15 víctimas mortales del año pasado. No es cuestión de la actuación de los Fiscales como piden, sino de la Ley que es muy laxa en este sentido. Les está pasando como a Ícaro, le echaban la culpa porque se acercó al sol y se derritió la cera que pegaba las plumas pequeñas, cuando lo cierto es que Dédalo no tuvo suficiente paciencia y laboriosidad para sujetarlas con hilos como las grandes. Si lo hubiera hecho así, no hubiera puesto en peligro el vuelo de su hijo.

     Al trabajador del andamio, donde se originan la mayoría de los accidentes, se le acusa de beber copiosamente durante el almuerzo, no llevar casco, no atarse el cinturón de seguridad y un montón de cosas más, cuando, sin duda, el empresario, a través de su encargado, con independencia de que sean muchas o pocas las subcontratas, tiene responsabilidad directa, pero la Ley solo reconoce su negligencia civil. Si estuviera reconocida la penal, sancionada adecuadamente, el número de muertes y de lisiados por siniestros laborales descendería.

     En el tráfico ocurre otro tanto. Hay tres factores en los accidentes: los puntos negros de la carretera, los coches y el conductor; sobre quien recaen las culpas por exceso de velocidad o por etilismo, pero es el que paga con su vida. No ha habido, hasta ahora, Gobierno que solucione los puntos negros, ni los pasos a nível, ni sea capaz de obligar que los fabricantes de vehículos a que, mecánicamente, no puedan rebasar la velocidad que prudencialmente se determine. Aunque los vendedores de coches no puedan alardear “coge los 200, los 260 ó más” para entusiasmar al comprador.

     Gobernar es solucionar los problemas de los que conducen, los que se suben a un andamio, de todos y cada uno de los ciudadanos. El tema de la siniestralidad es muy importante y lo deben afrontar las Administraciones Nacional y Autonómicas. Hay demasiados accidentes en la carretera y demasiados laborales. ETA y el 11-M han ocasionado menos muertos, pero son más rentables políticamente que quien se estrella cayendo del piso 10, se degüella en una mediana o se revienta en un paso a nivel.

9 de mayo del 2006, Diario "El Mediterráneo".

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