« EL BONZO | Main | VIAJE RELÁMPAGO A MADRID »
viernes
ago312007

LA CASTRACIÓN QUÍMICA

 

sarkozy-napoleon.jpg

     “Señores Jueces, yo no me voy a recuperar. Pasé casi la mitad de mi vida en la cárcel. Les pido me que me condenen a la pena de muerte porque cuando salga voy a reincidir”. Este fue el alegato final de Fernando Irusta, albañil de 37 años, ante la Cámara del Crimen de Córdoba, hace poco más de un mes. En Argentina no hay pena de muerte. Se le condenó a 20 años de prisión porque ya en 1.991 fue condenado a 8 años por violación de una menor y liberado por buena conducta. Reincidió 5 años después, pero en 2.005 recuperó la libertad.

     Cuando los medios dicen que una condena es de 60 años o más, ocultan que el Art. 66 del Código Penal establece que la acumulación de penas no puede exceder de 20 años, excepcionalmente hasta 40 años como en caso de terrorismo. Y sobre ese límite está la posibilidad de aplicar reducciones por buena conducta. Francis Ervard de 61 años, condenado en los años 1.975, 1.981, 1.985 y 1.989, este verano a los 45 días de salir de prisión, raptó y violó a Enis, un niño de 5 años y Francia se ha conmocionado. Nicolás Sarkozy ha prometido aplicar a estos delincuentes cadena perpetua, y solo permitir que salgan si aceptan la castración química por medio del tratamiento hormonal y llevar una pulsera de control. No es un caso aislado. Cada año de sus cárceles salen 100 agresores sexuales. Aquí parecido. En Castellón se han tratado últimamente 22 casos de abusos sexuales a menores. Los que creen que pueden reeducar al criminal, han de saber que no a todos. Hay que examinar cada caso. Ni las violaciones en serie, ni la pedofilia, están tipificadas debidamente en la ley. Los irreductibles son los psicópatas, que suelen ser violadores y asesinos en serie. No son enfermos en el sentido de gente de que se puedan curar con un tratamiento psíquico y/o médico-farmaceútico, ni personas con un vicio adquirido. Se tratan de personas que tienen una determinada estructura mental, adquirida en los primeros seis meses de su vida y no pueden cambiarla nunca. Inteligentes, amables, colaboradores, muy sociables, en realidad no obedecen ninguna norma legal ni ética. “Cosifican” a sus víctimas, las convierten en “cosa”; y así como nadie siente remordimientos por pegarle una patada a una piedra, de la misma manera ningún psicópata siente remordimientos por sus violaciones y crímenes. El psicópata es incapaz de dejar de hacer lo que su impulso le pide. Tal vez en este momento no sea completamente libre; tal vez, no sea responsable totalmente de sus actos, aunque distingue perfectamente el bien del mal. Actúa como si le pusieran pistola en la sien, obligándole a actuar. Es antisocial, no puede convivir con los demás miembros de la sociedad. Cuando salga de la cárcel, llegado el momento en que siente el impulso, atacará necesariamente a una nueva víctima.

     CIU y el PP han propuesto nuevas medidas como en Francia. La Generalidad Catalana ha pedido un Informe sobre esta clase de violadores. Hay que determinar sus grados, sus distintas conductas y poner los remedios adecuados, los que sean necesarios para proteger a la sociedad. Es un trabajo que está por hacer y que aunque en muchos países ya les aplican determinadas medidas, de momento, ninguna es definitiva ni aporta suficientes garantías de éxito. Lo importante es que los países occidentales se han concienciado que hay que poner manos a la tarea, estudiarla, desarrollarla, sacar conclusiones y cambiar el Código Penal. Tal y como estamos no se puede seguir.

4 de septiembre de 2007, Diario "Mediterráneo."

PrintView Printer Friendly Version