EL TALON DE AQUILES

Thetis sumergió en el río Estigia a su hijo Aquiles, sujetándole por un talón para hacerle inmortal, pero el talón no se mojó. Aquiles luchó a las puertas de Troya con Héctor, le clavó su lanza en el cuello y lo arrastró hasta el campamento de los aqueos. Por la noche el Rey de Troya, Príamo, fue a pedirle el cuerpo de su hijo, para honrarle con funerales de héroe. Son bellísimos pasajes de la Iliada de Homero, que describe a Aquiles como el más valiente, veloz y hermoso de los guerreros. Invencible, pero Paris, el enamorado de la bella Helena, hermano de Néstor, le mató hiriéndole en su talón. Para vencer al enemigo solo hay que atacarle en su punto vulnerable, en su “talón de Aquiles”. Lenín exponía la “teoría del eslabón débil”: “No importa la solidez de un sistema cerrado. Vale tanto como su pieza más frágil. Hay que concentrar allí el fuego, si se quiere dinamitar todo el sistema”.

Detrás de Israel, país de civilización occidental, hacía el Este se hallan Siria, Irak, Irán, Afganistán y Pakistan. Tras la descolonización pacífica que propició Gandhi, este país se separó de la India, cuya ensangrentada frontera limita por el Oeste con un mundo islámico radical, donde ayatolás y talibanes predican la yihad, la guerra santa contra Occidente. La India, potente economía emergente, es una democracia frágil, con mil cien millones de habitantes mal cohesionados. Si saltan por los aires la frontera de Israel o la de India, la yihad la batallaremos en las calles de Europa, en guerras de comandos, como acaba de ocurrir en Bombay. Son fanáticos, no se puede hablar con ellos. No se puede esperar nada de la ONU, ni de la Alianza de Civilizaciones, una quimera para mayor gloria de nuestro

Presidente y de la horrorosa cúpula de Barceló, que se ha embolsado 9.000.000 €, en pago del gesto de la ceja, el dedo doblado sobre el ojo. En total la cúpula costó 20.000.000 € y en 15 días ya se está cayendo a pedazos.

España se está desarmando, no posee fuerza disuasiva, ni mantiene sus principios. Cada día es más patente la indiferencia de los ciudadanos hacía sus políticos, que -al menos, los que más se hacen notar- mienten, malgastan los impuestos que pagamos, o roban. En televisión son de máxima audiencia las entrevistas a quienes han metido mano en las arcas públicas y tras una breve estancia en prisión están en la calle sin haber devuelto los millones que se llevaron. El despacho de la Zarzuela se adorna con un cuadro de Dalí que ha costado tres millones de euros y el alcalde de Zaragoza ha gastado 180.000 € en la decoración del suyo. Las autonomías en los últimos diez años han incrementado sus plantillas de funcionarios en 600.000. Las pensiones bajan frente al alza de los precios de la cesta de la compra. Las colas del paro aumentan y hay que esperar hasta cinco meses para cobrarlo. Éstos si notan la crisis, porque el Gobierno sólo se desvive por los Bancos y las constructoras amigas a quienes alimenta con nuestros impuestos, cada vez más altos.

Los políticos se tientan las ropas antes de prohibir el shador a las estudiantes musulmanas, pero quieren que desaparezca el crucifijo, símbolo dos veces milenario de nuestra cultura occidental. A los yihadistas les va a ser más fácil invadirnos que en el año 711, cuando necesitaron la traición del Conde Don Julián. La indiferencia de los ciudadanos ante tanta mentira y corrupción es nuestro talón de Aquiles.

Sólo los que creen en la libertad, en el honor y en Jesús, que nos libró de toda esclavitud, están dispuestos a resistir, como dijo Churchill: “jamás nos daremos por vencidos".

16 de Diciembre de 2008, Diario "Mediterráneo".