DE TITIRITEROS Y DE CHAPAPOTE

       Los obispos han lanzado una pastoral diciendo las mismas cosas que repiten desde hace dos mil años y han recordado que es intrínsecamente malo dialogar con terroristas, para pactar con ellos. ¡BOOOM! Los progres, han puesto el grito en el infierno. El dicho es “poner el grito en el cielo”, pero no es cosa de molestarles. Se ha oído el rechinar y crujir de dientes. Algo así como el tremendo ruido que hacía el demonio al salir de la niña de El Exorcista, rociada con agua bendita. O tal vez fue en La Profecía. Están descompuestos, no por ser ateos, el problema es que no creen en la libertad. Cuando topan con alguien que ejerce la libertad de expresión, no son capaces de argumentar, se dedican a insultar y descalificar y desde una cátedra imaginaria predican su moral progresista, negando, siguiendo a Gramssi, todos los conceptos que conforman nuestra civilización greco-romana-cristiana, “lo que es necesario para transformar el alma humana, y así el poder caiga en manos de la izquierda como fruta madura”.

     De ese método nace la negación de los conceptos de familia, nación, decencia, valor de la palabra dada, lealtad, libertad, incluso el de belleza. Por eso la pintura actual solo produce mamarrachadas increíbles. Los dueños del cotarro las aplauden, los ignorantes pisaverdes de la cultura están a lo que oyen, siguen la corriente, y los que quieren vender sus cuadros y esculturas se apuntan a la progresía o no comen. Mientras los progres, que dominan el tinglado, a esos tontos artistas le llaman “el club de los idiotas”.

     Hermann Hesse, Premio Nóbel de Literatura, en su “Carta a un comunista” rechazó la invitación a entrar en el Partido y dijo en 1.931: “Os llevaréis un chasco con vuestros poetas. A los auténticos artistas y poetas los reconoceréis, porque tienen un indomable afán de independencia y dejan inmediatamente de trabajar cuando se les quiere obligar a hacerlo de forma distinta a cuanto les dicta la propia conciencia. No se venden por dinero, ni por apetitosos altos cargos”.

     Usan a unos tristes titiriteros para su propaganda y si nos reímos de ellos nos acusan de estar en contra de la cultura ¡Cuánta ignorancia! Algunos de esos titiriteros se han pasado la vida halagando al poder de turno a cambio de míseras subvenciones. Han rendido babosa pleitesía incluso a Don Francisco y a Doña Carmen. Empiezan a ser conocidos como “els llepaors”. Esos cantantes sin voz, no tienen nada que ver con José Carreras, con Plácido Domingo, ni con la Caballé. No he visto entre ellos a ninguno de los Iglesias, ni a Jorge Sanz, ni a tantos otros. Son estómagos agradecidos al cánon que pagamos todos, por meras sospechas de piratería; cobrado y administrado por la SGAE cuyas cuentas nadie conoce con la debida transparencia.

     Y mientras, la casa sin barrer. Al Gobierno le ha salido su chapapote en la Bahía de Algeciras. Tras siete meses sin hacer nada, se ha hundido el New Flame y para quitarse los vertidos de encima reclaman a Gibraltar. Menuda alegría se han llevado los ingleses. España nunca a reconocido que Gibraltar tenga aguas territoriales, pero ahora, al reclamar por el hundimiento en la Bahía, lo ha hecho. ¿No hay nadie en el Gobierno que sepa algo de Derecho Marítimo Internacional?

20 de febrero de 2008, Diario "Mediterráneo".