TIGRE DE OJOS VERDES

 Durante más de tres cuartos de siglo los veraneantes han paseado del Torreón al Voramar por lo que hace años era la carretera al Grao y hoy es el Paseo Marítimo. La escalinata de acceso al Voramar en realidad es la puerta trasera, porque todo el hotel mira al mar. Su terraza es el centro social de los veraneantes que residen en él y en las villas del entorno. Allí sitúa Manuel Vicent su último libro, en el verano de 1967. Once magníficas historias en una novela ligera y lírica, contadas por el protagonista en primera persona, un joven de 17 años que quiere ser escritor y cuanto observa y le cuentan lo anota en su libreta de tapas negras.

 Once personajes tienen su capítulo y por ellos transita con el joven protagonista el Doctor Aymerich, hombre maduro, culto, republicano y con mucha experiencia. Le aconseja que al escribir “transforme los hechos reales en imaginarios, pero que no pierdan la sustancia verídica” y le cuenta que el hotel fue Hospital de Guerra de 1936 a 1938 y por allí pasaron escritores de moda como Jonh Dos Pasos, Hemingway y Dorothy Parker, aristócrata neoyorquina poseedora de un sexo voraz. El joven creía que los buenos eran los del bando de sus padres, que tanto habían sufrido durante el conflicto y fueron testigos de los desmanes, asaltos a iglesias y crímenes, especialmente contra los curas, que perpetraban los rojos. Pero a través de los relatos del doctor, convierte a los milicianos heridos, que curaban en el Hotel Voramar, en héroes románticos, de los que ahora dicen luchaban por la democracia y por la libertad, pero solo querían imponer la dictadura del proletariado, como en los países satélites de la URSS, con un destino similar al que han tenido Rumanía, Georgia y tantos otros. Auellos famosos intelectuales, supuestamente de izquierdas, prtenecían al Club de los Ilusos, como los llamaban los organizadores de la propaganda soviética, porque todos habían pico el anzuelo de sus consignas. El que no se decía de izquierdas no era intelectual y se caía de todas las listas y era ignorado o maltratado por la crítica.

El joven protagonista sufre otro cambio el domingo que por primera vez deja de ir a misa y se mete en el agua para disfrutar del mar. El amor a la naturaleza nace de los ojos verdes de Lydia, la jovencita de 14 años que ha conocido en el balneario, donde tratan su invalidez progresiva. Entre ellos surge un amor intenso con todos los ingredientes líricos. Ella lee pasajes de Rabrindanath Tagore bajo los pinos. Él la lleva en brazos al mar y bajo el agua se besan. El amor a esa edad solo permite escarceos, besos medio robados y produce un profundo dolor en el pecho que no deja dormir.

Las historias de cada personaje tienen autonomía, cada una es magnífica y están engarzadas todas por la terraza del Voramar donde se exhibe una quinceañera su bikini ¡el primero de Benicasim! con hombros desnudos, largas piernas y ropas ajustadas, la rubita francesa de nombre Brigite que quería ser artista de cine.

Manuel Vicent es autor de muchas novelas y el columnista de mayor calidad literaria en la actualidad. He tenido contacto con él muchas veces, personalmente y sobre todo a través de Ripo y de su hermano José María, que se nos adelantó en el infinito, en busca del Reino de Dios, hace un par de años. La familia Gimeno en 1.966 editó un semanal, “Castellón 66”, en el cual escribí sobre su primera novela “Pascua y Naranjas”, que obtuvo el Premio Alfaguara. Leer a Manolo es revivir momentos felices, a veces olvidados, a veces fantásticos, en el fondo todos reales, en entornos que tantos castellonenses conocemos como propios y donde hemos vivido momentos como los que él describe.

10 de Febrero de 2009, Diario "Mediterráneo".