ZAQUEO
lunes, febrero 4, 2013 El origen del botafumeiro de Santiago de Compostela, que en las grandes solemnidades llena la Catedral de incienso, es especialmente práctico. Poder soportar la pestilencia de los peregrinos, procedentes de toda Europa tras muchas y largas jornadas de camino, sin ocasión ni medios para asearse. De paso se dedicaba a Dios el perfume del gran pebetero.
En siglos, sin frigoríficos ni cuartos de aseo, los bálsamos compuestos de resina, ácidos aromáticos, alcoholes y esteres, como el incienso, eran esenciales para hacer llevadera la convivencia. Y las especias, para conseguir las cuales se hicieron viajes hasta la India y China eran esenciales para sazonar las carnes que al poco de la matanzas huelen. Buscando especias nos tropezamos con un nuevo continente, América
Jericó era una pequeña ciudad a unas cuatro leguas al norte de Jerusalén, junto al Rio Jordán cerca del Mar Muerto. Producía y exportaba bálsamo negocio que proporcionaba rentas considerables y que como todo los relacionado con el dinero estaba en manos de las asociaciones de publicanos, los odiados recaudadores de impuestos a quienes Roma, mediante subasta, delegaba el cobro de todos los impuestos. Cobraban los impuestos y más, para hacerse ricos. Dominaban el comercio y todas las actividades financieras. Muchos judíos ricos invertían en los florecientes negocios de los publicanos. La gente los tenía por pecadores pues controlaban hasta las casas de prostitución. Los temía pero los despreciaba. No se trataban con ellos.
Iba a entrar en Jericó un famoso sanador, siempre acompañado de discípulos, de ambos sexos, que le seguían a todas partes; y de posesos, de hombres que llevaban en parihuelas a paralíticos y toda clase de enfermos, en busca de la curación de sus males. que esperaban obtener del profeta. Zaqueo, que era muy bajo de estatura para asegurarse poder verlo, se subió a un enorme sicomoro que hay a la entrada de la ciudad por donde tenía que pasar. Jesús al acercarse vio entre el ramaje al pequeño publicano y levantando la cabeza le dijo: “baja de ahí Zaqueo porque hoy me quedaré en tu casa”. Menuda se armó. No podían comprender que a quien tenían por un profeta, se alojara en casa de un pecador público.. Zaqueo bajó del árbol para ir a disponer lo necesario para honrar a Jesús en su casa. Ya en el suelo, de pie, alargó su corta estatura y dijo: “Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo. Jesús le dijo: “Hoy ha venido la salvación a esta casa”. (Lucas. 19, 1 ss.)
Aquél publicano se aprovechaba de sus vecinos cobrándoles los odiosos impuestos romanos y más aun, pero sabia lo que obraba mal. Por eso, de lo cobrado demás ofrecía devolver el cuádruplo. Y de sus bienes entregaba la mitad a los pobres, porque “después de satisfacer las necesidades de tu familia el resto es de los pobres” (palabras pronunciadas por Juan Pablo I horas antes de que lo encontraran muerto el 28 septiembre 1978). Dicen que no se murió, “que lo murieron”. El Papa de la sonrisa solo estuvo gobernando –tratando de gobernarla- 33 días, pero sus palabras y su espíritu lo han convertido en uno de los grades papas. Muy silenciado por el Vaticano.
Cuando al Jefe del trigo de Castellón, allá por el año 1939, unos molineros le propusieron subir unos céntimos el precio de la harina y repartirlos con él, los echó a patadas de su casa. Le dijo a su mujer que se lamentaba de lo que habían perdido en la guerra: “Tu llevas hábito en cumplimiento de muchas promesas y cada día rezas el rosario y vas a misa, yo sólo voy los domingos y comulgo una vez al año. Por Pascua Florida. Cuando me confiese me obligarán a devolver todo ese dinero. Tres millones es mucho dinero, ya lo se. Pero hay que devolverlo. Ni tan siquiera merece la pena.”
