HOMENAJE A GABRIEL SOLÉ VILLALONGA

Jueves 3 de mayo de 2.001
Siento no estar aquí, Gabi. Pablo me ha prometido que lo leerá.
Muchos te reconocen como muy competente y temible. Tu madre, que en gloria esté, decia que eras muy catedrático. Yo te conozco desde que éramos niños y jugábamos en el jardín de tu abuela a tirarnos piedras. Hemos pasado siete años internos en el mismo Colegio, hemos estado en contacto, intermitente, pero siempre cercano.
Fuiste candidato y elegido en unas elecciones por Castellón. Comimos cinco amigos y te presentamos una larga lista de especialistas políticos de la ciudad que podían ayudarte. Al final de la comida fuiste muy claro: solamente me fio de mis amigos, vosotros haréis la campaña.
En una ocasión uno de tus mejores amigos tuvo un problema, que, en apariencia, la gente es muy malediciente, parecía muy complicado. Tu fuiste a verle y le dijiste: ¿qué puedo hacer por ti?. Lo hiciste y salió muy bien. No preguntaste si tenía razón, solamente cómo podías ayudar.
Por ello, quiero destacar tu gran corazón, la nobleza de tu espíritu, tu sentido de la amistad. Esta noche de homenaje y felicitaciones, con las mismas palabras con que un famoso poeta se despedía de su amigo, quiero desearte muchos años de vida y evocarte:
“Compañero del alma, compañero”.
Castellón para Madrid, 3 de mayo de 2001.
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