Bono. El Principio de Peter

En el 35 Congreso Nacional del PSOE le ganó ZP. La consigna era “que Bono no cruce el Tajo”, río que corre entre la sierra de San Vicente y los montes de Toledo, separando el sur de Madrid de Castilla La Mancha; pero, cuando aquél tropezó con 192 féretros y llegó a la Moncloa, Bono ascendió a Ministro de Defensa, lle gando a su nivel de incompetencia.
El Dr. Lawrence J. Peter, estableció el Principio de Peter a partir de sus pacientes observaciones, explicando uno de los problemas de las organizaciones de personal. Al producirse una vacante la cubre uno del nivel inferior que, normalmente, la desempeñará con solvencia, para volver a ascender al producirse una nueva vacante en el nivel superior y así sucesivamente; pero, en un momento dado, llega a ocupar un cargo para el cual demuestra su incompetencia. La mayoría se estancan allí, unos pocos son despedidos y otros pocos siguen ascendiendo, como CC, Ministra de Cultura. En Andalucía, no ayudó a la restauración de las ruinas de Itálica, porque era romana y de Roma salieron los fascistas, olvidando los 2600 años entre Musolini y la fundación de Roma, 753 a.c., durante los cuales florecieron en Italia todas las artes y se crearon más obras inmortales que el resto de Europa.
Bono se estrenó con mal pie, se trajo las tropas de Iraq, acto de ignominia cual la traición del Conde Don Julián, que entregó el Reino Visigodo de España, 711, a los moros. Mientras nuestros soldados y oficiales eran tildados de cobardes por los treinta y tantos países que luchaban en Iraq, él se concedió una medalla. Ha organizado el desfile del 12 de octubre y no invitó a las tropas USA. Ya el año anterior, al paso de la bandera americana, ZP permaneció sentado, lo cual le califica doblemente. Es un gesto de mala educación. Cuando pasa la bandera de un país, hay que ponerse en pie y saludar, sea cual sea. En épocas remotas, cuando jugaba el equipo nacional de cualquier país, aún oficialmente enemigo, como la URSS, los espectadores y las autoridades de la Dictadura, oían respetuosamente, de pie y en silencio, el himno de la patria de aquellos jugadores. Además, ha demostrado su ignorancia política. Confunde a un gobernante con cada uno de los trescientos millones de ciudadanos norteamericanos. Muchos tampoco están de acuerdo con Bush, pero todos aman su bandera, como una inmensa mayoría de españoles amamos la nuestra y nos indigna que, en tantos actos, la escondan.
Se ha cubierto de miseria desenterrando el accidente del Yakovlev-42, dando una versión falsa y partidista. Caso similar al del Prestige. Un barco que, pasaba cerca de nuestras costas, reventó y la culpa se la echaron al Gobierno Aznar. Cuando otro petrolero desparramó su mercancía en el mar, siendo Presidente Felipe González, nadie pensó que era culpa suya. Bono acaba de decir en el Congreso que “desentrañar lo ocurrido, por sí mismo, no conjura el peligro de accidentes, ya que existirán riesgos y los seres humanos se equivocan”. Eso es lo que ocurrió cuando aquellos 62 militares, cuya memoria evoco como héroes caídos en la lucha contra el terrorismo islámico, volaban sobre Turquía.
El piloto se equivocó, había niebla y su maniobra fue errónea. No fue culpa del avión. Alquilar ese u otro avión, fuera más barato o más caro, con escala o sin escala, no podía evitar un accidente debido solo a un error humano, que tanto puede ocurrir al piloto de un Yakovlev como al de un Boeing. No tiene nada que ver con el Gobierno Aznar, ni con su Ministro de Defensa, Federico Trillo, ni con los militares destituidos. La Ley de Jones dice: “el hombre capaz de sonreír cuando las cosas van mal, ya ha pensado a quien le echará la culpa”. Ese es el talante de ZP y su epígono Pepe Bono. Les da buen resultado sonreír, porque los del PP actúan como pardillos y, cada vez que se cruza cualquiera de ellos con Bono, aunque sea por un pasillo, no le chilla a la cara: ¡Mentira!
2 de noviembre de 2.004, Diario "El Mediterraneo".
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