Brando. La tragedio del mito

     Nunca logró entenderse con su padre, pensaba que su hijo no llegaría a nada. Era mal estudiante, pero sus compañeros adoraban sus gamberradas. Fue expulsado de la escuela superior de Liberty-Ville. Luego de la escuela militar de Shattuck, donde los compañeros obligaron al director a que lo readmitiera, pero no volvió.

     A los cinco años dormía con su niñera danesa, creando lazos afectivos. Cuando la muchacha se casó, Brando, huérfano de afecto, buscaba a su madre, Dodie, buena actriz de teatro aficionado a quien la vida familiar impidió conseguir su sueño. Se entregó a la bebida y Marlon durante años la fue rescatando de bar en bar, a veces caída de bruces sobre sus propios vómitos. Esta tragedia le marcó siempre.

     Estuvo en la cama de muchas mujeres, algunas las más bellas y famosas del momento, como Marilyn Monroe. El pasado lunes, Irene Papas declaró que Marlon Brando fue el gran amor de su vida, se conocieron en 1.954 en Roma, cuando ella tenía 24 años y él 30. La artista griega no solamente era bella, tiene además un gran talento. Ha sido titular del Ministerio de Cultura de Grecia, de cuyo país es un icono.

     Su segunda mujer, la mejicana Movita, intervino en 1.935 en la película “Rebelión a bordo”. En la versión de 1.962 Marlon fue el protagonista y se enamoró de su compañera de reparto la tahitiana Tarita. Lo dejó todo y se fue a vivir con ella, incluso compró el atolón polinesio Tetiaroa, realizando un sueño universal, antes vivido por el pintor francés Paul Gauguin. Los mares del sur, donde la fruta y el amor están al alcance de la mano, en un templado clima, son espejo de felicidad, como un sueño estereotipado.

     De su apacible isla lo sacó la realidad. Su hija Cheyenne, tras un grave accidente, quedó marcada psicológica y físicamente. Un corte en la mejilla estropeó su fascinante belleza tahitiana. Su compañero Dag Drollet, de rica familia polinesia, la dejó embarazada, pero le hacía la vida imposible y no quería cargar con la situación. Su hermanastro, Christian, lo mató. Brando vendió su isla y sus memorias, interpretó papeles que nunca quiso hacer, todo para pagar la defensa de su hijo, lo único que le importaba. Consiguió, 1.991, que fuera condenado solo a diez años y cumplió cinco. Le costó 20 millones de dólares la minuta de los abogados. Se arruinó. A partir de entonces fue una sombra, héroe auténticamente caído, asaetado definitivamente por el suicidio de su hija Cheyenne, 1.995, cuando se vio amenazada con quitarle la patria potestad de su hijo por adicción a las drogas.

     Esta es la azarosa historia, triste, de un hombre marcado desde la infancia. A pesar de ello logró situarse para siempre en la cima de la interpretación. Todos reconocen que ha sido el más grande de los actores. Cuando se comprometía con un papel lo preparaba concienzudamente, leía libros relacionados con el personaje, vivía como había vivido éste. Para interpretar “Hombres”, estuvo un mes en un hospital de parapléjicos, viviendo en una silla de ruedas. Hacía más de lo que enseñaba Stanislavski en “El método”, el revolucionario sistema de interpretar; y de que lo que aprendió en el Actor’s Studio con Stella Adler o luego a las órdenes de Elia Hazan, que le dirigió en “Un Tranvía llamado deseo”, “La ley del silencio” y “Viva Zapata”. Cuando interpretaba a un personaje lo había vivido antes, por eso era tan auténtico en sus representaciones. Llegar a esa cima, coronada con la encarnación de Vito Corleone en “El Padrino”, de la que no podrá ser apeado, ni con la muerte, ni con el tiempo, fue una larga y difícil ascensión, llena de esfuerzo, de estudios, sudada, sufrida y vivida, desde que nació hasta llegar. La vida le trató con la crueldad con que trata a los héroes, vengándose de su grandeza. La venganza de Marlon Brando fue convertirse en mito.

11 de julio de 2.004, Diario "El Mediterraneo".