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sábado
jul292006

Carta a los Reyes Magos

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     El 31 por la mañana recogió a su hijo pequeño, un regalo que no esperaban, cuando el menor de sus hermanos tenía cumplidos los diez. Este año los mayores estaban esquiando en Andorra desde un par de días antes. Saludó a su ex y a su flamante marido, hay que ser civilizados, y en el todoterreno marcharon a casa de su padre. Pasarían el fin de año los tres juntos. Al llegar, encontró la masía bullendo de risas graves pero jocosas. El abuelo había invitado a sus cinco hermanos y dos de ellos trajeron a sus mujeres. Otros dos hermanos no pasaron el Ebro en 1.938, en cada parte del río cayó uno. El mayor murió en Méjico, primero no podía volver y luego, muy tozudo, no quiso.

     Su padre, el abuelo y los tíos, se pusieron morados de tinto de la Ribera del Duero, jamón serrano de Rubielos de Mora y queso tierno de Catí. Las tías prepararon la cena: empezó con una sopa en la que nadaban pequeñas almóndigas de carne con piñones y especias y culminó con pollo trufado, criado en el corral de la parte de atrás. Luego turrones de almendra entera y miel y pasteles de yema, de cabello y de boniato. Todo con productos naturales. Tras las uvas y el champán Moët, las tías se fueron a la salita que hay detrás de la chimenea a ver la televisión. El abuelo, los tíos y el padre, se apoltronaron alrededor del fuego, para tomarse un carajillo primero y luego seguir con el coñac. El niño en un rincón, cerquita, destripaba los nuevos juguetes que encontró bajo el árbol iluminado del salón. Los mayores contaban historias y le miraban a hurtadillas. Él trataba de entender lo que decían, aunque se hacía el distraído. Dos horas más tarde se quedó dormido, sin lograr comprender lo que contaban los hombres de su familia.

     Al día siguiente se levantó tarde, se oía por toda la casa la música de Strauss interpretada por la Filarmónica de Viena en el Concierto de Primero de Año. Bajó a la cocina y las tías le prepararon un tazón enorme, sin asa, lleno de leche y trozos de pan. “Así nos desayunábamos de pequeños y mira lo que duramos y lo lucidos que estamos todos tus tíos. Desayuna bien que comeremos tarde, el abuelo y los tíos aún duermen, se acostaron al amanecer tratando de arreglar el mundo, como siempre. ¿Has escrito la carta a los Reyes Magos? esos si que traen regalos buenos ¿por qué no escribes?” Le pareció buena idea. Fue al enorme salón, donde también comían en una larga mesa, se aupó en la silla y se puso a escribir sobre una mesita colocada a un lado de la chimenea ya encendida.

     “Queridos Reyes Magos: Papá Noel me ha traído muchos juguetes, así que solo quiero una montanbike, para tenerla aquí en la masía y, cuando vuelva, cabalgar sobre ella por la montaña. Anoche oí contar cosas al abuelo y a los tíos y están muy preocupados porque siendo jóvenes jugaron un gran partido muy raro. Dicen que se pelearon en serio, unos eran como una selección de varios equipos, incluso había extranjeros, y no se entendían, por eso perdieron y se fueron muy enfadados a América. Dicen que los que ganaron tenían un capitán que se hizo el amo de todo y se quedó de entrenador cuarenta años, hasta que murió. Y que ocurre lo mismo; están horrorizados porque uno de los equipos, ahora, es una selección de jugadores de primera y de tercera; y los de tercera destrozan la táctica del equipo. Dicen que solo se puede arreglar jugando con segunda vuelta, así jugarán sólo los de primera; que, por eso, en Francia y en otros países hace tiempo que juegan los partidos así. Deben ser eliminatorias de copa. Dicen que, para jugar bien, es precisa la segunda vuelta o al final pasará lo mismo que pasó cuando eran jóvenes y un equipo tendrá que marcharse a América. Allí estuvieron treinta años tres de los tíos y otro que nunca volvió, murió allí. Queridos Magos, por favor, traedles la segunda vuelva a ver si pueden jugar como ellos desean y no han de irse lejos, que están muy mayores; y no os olvidéis de la montanbike para mí. He sido bueno todo el año.- Hugo.

4 de enero de 2.005, Diario "El Mediterraneo".

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