¿Hasta cuándo abusarás?

Al romano Lucio Sergio Catilina, turbio, en perpetuo litigio con Dios y con los hombres, que no lograba hallar paz en el sueño ni despierto, de tez terrosa, ojos inyectados en sangre y aspecto de loco, se le enfrentó Marco Tulio Cicerón. Le ganó las elecciones a Cónsul, 64 a.C., y el año siguiente nuevamente lo derrotó, al ser elegidos sus amigos Silano y Murena. Cicerón, al recuento de votos se presentó con coraza y protegido por su guardia. Catilina, que había tramado matarle,
enfurecido, prepara el incendio de Roma y la matanza de sus opositores. Tras un nuevo atentado fallido, aquél convoca al Senado, que condena a Catilina y éste huye. Los discursos de Cicerón en el Senado, las famosas Catilinarias, comenzaron con la conocida frase: “¿Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia? … ¿Hasta qué límite te jactarás con tu desenfrenada audacia…? ¿No adviertes que tu conjura, conocida por todos, no tiene salida?”. Fue nombrado “Padre de la Patria”, honesto, íntegro, magnífico orador, aunque un poco vanidoso. En la batalla de Pistoya venció a Catilina, que murió en ella.
Un turbio individuo, en perpetuo litigio con Dios y con los hombres, con aspecto de loco, quiere romper España y la paz entre los españoles. Su conjura armada, Ibarretxe se apoya en las pistolas de ETA, ha extorsionado y masacrado a quienes no piensan como él, en el País Vasco y en el resto de España. Hay un brazo político de ETA, Batasuna, identificado y considerado internacionalmente como organización terrorista. Pero los Ibarretxe, los Arzalluz, los Atutxa, y todos los que rodean su “ámbito”, cuentan con ETA para todo, para que mueva el árbol y recoger los frutos y para que vote su Plan. Ibarretxe no sería nadie, si detrás no tuviera las pistolas. Dice que su referéndum, ilegal porque está prohibido, lo hará cuando callen las armas, tan peligrosas disparando, como calladas, si están en manos dispuestas a matar. Tal vez, si no votas a favor del Plan Ibarretxe te peguen un tiro. No hay paz y cese de violencia mientras no se entreguen las armas. Todo lo demás son cuentos.
Lo que haga el PNV, EA y Madrazo, no nos extraña. Tampoco la postura de Batasuna/ETA. Lo que preocupa es que ZP no ha dado un golpe en la mesa: “no voy a recibir al Lehendakari, no tengo que hablar nada con él, he presentado recurso ante el Tribunal Constitucional contra su Plan”. Ha perdido la ocasión de pronunciar una catilinaria y que el pueblo español lo tenga por padre de la patria. Dice que se sentará con el Ibarretxe y le va a oír. ¿Está preparando otra alianza con terroristas/separatistas, como la que se inventó con las civilizaciones? Ahí está sin estrenar. No hay nada que hablar. Cuanto más tarde en cortarles las alas, peor. Hay que ser enérgicos. Y no olvide el “malfainer” de la Moncloa que cuando en España las instituciones no funcionan, el pueblo se levanta.
Solo hace 202 años del bando del Alcalde de Móstoles: “La Patria está en peligro. Españoles, acudid a salvarla”. Los capitanes Daoíz y Velarde murieron luchando contra las tropas de Napoleón. Como el pueblo de Madrid, todos los españoles se alzaron contra quien nos quería robar la Patria. Cuando llegaron las noticias a Valencia, Vicente Doménech, vendedor de pajuelas inflamables, fue a la Placeta de les Panses, detrás de la Lonja, donde vendían papel sellado del gobierno francés, cogió un pliego y lo rompió; y rasgando su faja puso un jirón en la punta de una caña, una estampa de la Virgen de los Desamparados y un retrato del Rey. Enarboló su estandarte y gritó: “un pobre palleter le declara la guerra a Napoleón”. Al día siguiente el pueblo asaltó la ciudadela y tomó el Gobierno del Reino de Valencia.
No estás en la Moncloa por Ibarretxe, ni por Carod, estás porque te votaron 11 millones de españoles. El PP tuvo otros 10 millones de votos. ¡Ojo con esos 21 millones de ciudadanos, son el 80% de los votantes, el 89% de las Cortes!
11 de enero de 2.005, Diario "El Mediterraneo".
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