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sábado
jul292006

Cuando doblan las campanas

reloj.jpg     Muchos piensan que el tiempo es plano, que transcurre por una superficie plana. Somos capaces de hacer proyectos para mañana, para el año que viene, para de aquí cuatro años o veinticinco, como si el tiempo fuera siempre igual, pero la realidad es otra. El transcurrir del tiempo no es plano, sucesos imprevistos rompen la supuesta monotonía y determinan cambios sustanciales en nuestros planes. Cuando ocurre una catástrofe, o aparece una ola de frío, la describimos como un hecho extraordinario. Luego los periódicos nos recuerdan que no ha hecho tanto frío desde hace cuarenta años, es decir, se repiten estas olas de frío y otras calamidades que tenemos por extraordinarias. Charles Morgan en su novela “Babbit”, dice que las cosas que suceden todos los días no nos alarman, todos los días sale el sol y todos los años llega la primavera. Pero cuando se produce un cataclismo pensamos que es anormal, sin embargo, son también periódicos, solo que no ocurren todos los días, ni todos los años, ocurren, tal vez, cada cincuenta años.

     Con la historia ocurre lo mismo. Parecía imparable el nuevo estatuto catalán que, sin apariencia rupturista, iba a modificar la fisonomía de España, a traspasar la Constitución y desmembrar la nación. Una vez más, el tiempo ha demostrado que no es plano. Sin que nadie lo pudiera prever, los túneles del Carmelo se han hundido y parece ser que el programa del tripartito, se ha visto truncado por la disputa entre CIU y el PSC. El PP ha planteando una moción de censura, para airear, el supuesto cobro de comisiones por el anterior gobierno y si ha influido en la mala ejecución de las obras de aquellos túneles. Estábamos acostumbrados, durante el anterior régimen, a que el tiempo fuera prácticamente plano, no logró alterarlo, la acción de los maquis sobre la frontera pirenaica, ni la bomba atómica perdida en el Mediterráneo que solo obligó a Fraga a tomar el baño, ni la voladura del Almirante Carrero Blanco. Durante casi cuarenta años la mayoría de la gente vivió en una paz silenciosa. Pero sin libertad. Ahora la gente es libre, los medios de comunicación se influyen unos con otros, acceder a lo que pasa en el punto más lejano del planeta es muy fácil a través de las nuevas tecnologías y, por lo tanto, todo nos influye y nos delimita.

11_m.jpg     España estaba instalada en un crecimiento económico modélico y su prestigio en el mundo era considerable; pero un suceso imprevisto cambió los planes y los pronósticos de futuro que había en el país. Hace un año volaron unos trenes. En cualquier país civilizado, esa catástrofe hubiera provocado una concentración de las fuerzas democráticas alrededor del gobierno, dando sensación de unidad nacional frente al terrorismo. No ocurrió así.

ppsede.jpg     Se produjo una rotura social, hubo gente que salió a la calle increpando e insultando al anterior gobierno y acosando las sedes del PP. Se difundían mensajes, se rompió el sagrado silencio del día anterior a las votaciones y en medio de esa convulsión, a los tres días, las elecciones dieron un vuelco, nada democrático, y vino a ocupar el poder un partido débil, sostenido por todos los partidos minoritarios del país, en una alianza del todos contra uno. La sociedad quedó partida otra vez en dos. Había costado veinticinco años de democracia enterrar la secular div isión entre los españoles, haciendo guerras, sembrando odios, derrama ndo sangre. Aquellos que salieron a la calle no cumplieron con el sagrado deber del duelo, del silencio y del respeto al dolor, como hienas carroñeras se aprovecharon de los muertos y heridos.

     El pasado día 11, en la Comunidad de Madrid, a las 7’37 de la mañana, doblaron las campanas en recuerdo y homenaje de los 192 muertos, de los muchos heridos y de tantos que han quedado con la vida rota. Las campanas, como siempre, cuando doblan, doblan por todos nosotros.

15 de marzo de 2.005, Diario "El Mediterraneo".

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