Gibraltar español

     El límite del Mediterráneo y del mundo era el estrecho, donde Hércules levantó dos columnas, como aviso a los navegantes del peligro de adentrarse en aquel otro mar desconocido y letal. El escudo de España lucía esas dos columnas con la leyenda “Non Plus Ultra”, hasta que descubrió América y desapareció el “Non”, porque más allá abrió otro mundo. Se asentaban sobre lo que hoy es Ceuta y el Peñón de Gibraltar, que tomo el nombre de Javal Tariq, Monte de Tariq, que invadió la España visigoda en 711. Tras muchas guerras con los nazaríes, fue definitivamente incorporado a Castilla al acabar La Reconquista.

     Durante la Guerra de Sucesión, el 24 de julio de 1704, fue ocupado por la Armada Inglesa y nueve años más tarde, en el Tratado de Utrech se cedió la propiedad –no la soberanía- de la ciudad y castillo, con su puerto, defensas y fortaleza, a Inglaterra. En 1.830, se convirtió en Colonia. Desde la independencia de la India, 1947, Inglaterra ha descolonizado 42 territorios. Solo quedan 16 colonias en el mundo, una de ellas Gibraltar. Cuando cedió el control de los asuntos internos a su habitantes, 1.964, España, basándose en aquel Tratado, exigió su sobernía y cerró la frontera, 1.969 hasta 1.980. Como lo hizo Franco dicen que fue una equivocación. Tal vez, el General se quedó corto con su medida de presión. Paralelamente, a tenor de la Resolución nº 1514 de la ONU, 1960, requiriendo a todos los países a descolonizar “convencida la Asamblea de que todos los pueblos tienen un derecho inalienable a la libertad absoluta, al ejercicio de su soberanía y a la integridad de su territorio nacional”, el Comité Especial de Desconolización, invitó a Inglaterra y España a iniciar conversaciones sobre Gibraltar, 1965, y, tras tres resoluciones más en el mismo sentido, adoptó el Consenso de 1969, invitando a los Gobiernos de España y Reino Unido a una solución para poner fin a la situación colonial en Gibraltar y salvaguardar los intereses de la población.

     ¡Como si nada! Se aprovechan de la zona neutral donde han construido el aeropuerto y ahora nos insultan. España se ha retirado no muy gallardamente de la Guerra de Iraq, rompiendo, sin previo aviso, el acuerdo internacional de las Azores. Los ingleses se sienten molestos y han enviado a Gibraltar un submarino nuclear, la visita de la Princesa Ana y al Ministro de la Guerra.

     El Rey Hassan de Marruecos, se quedó las colonias que teníamos en Africa, sin derramar una sola gota de sangre, con La Marcha Verde. Construyó unos muros en el Sáhara y, con paciencia, está consiguiendo eliminar el referendum que espera el Polisario. Tiene en el bote a Estados Unidos, desde siempre a Francia y cuenta con el “talante” de Zetapé. Será dueño de los fosfatos del Sáhara y de la plataforma continental, frente a Canarias, rellena de petróleo. El Rey Moro, sin duda, está muy lejos de ser demócrata, pero, en cuanto a defender su territorio, se las sabe todas.

     Ni los de antes ni de los de ahora, han sabido reconquistar en 300 años esa roca, llave del Estrecho, donde se asienta una de las dos columnas de Hércules, que campean en nuestro escudo. La solución puede ser sencilla: la soberanía es de España; la población, por ella, por sus hijos y los que nazcan en el plazo de diez meses, pueden elegir la nacionalidad británica, la española, o ambas; la base naval a la OTAN, sobre tierra y aguas de España. Lo demás es pactable: pueden mantener su legislación mientras vivan; y los órganos de gobierno puede ser los mismos de Ceuta. Es fácil conseguir Gibraltar, sólo hay que tener voluntad y firmeza. ¡Ponerlos sobre la mesa!. Si es preciso apretar los tornillos, sin derramar sangre, se aprietan por tierra, mar y aire; y se aliña todo con mucha y buena diplomacia. A buenas no lo devolverán y no es un asunto para hablarlo más adelante como dice Moratinos. Han pasado 300 años. Ya está bien. Es el momento de hacer lo que hay que hacer.

8 de agosto de 2.004, Diario "El Mediterraneo".