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sábado
jul292006

Romper el jarrón

     Pepelui no lo pensó dos veces y engatusó a una rica viuda, Agustina; sus hijos habían terminado su carrera, tenían trabajo y se habían independizado. Hubo boda y rápido viaje de novios. A la vuelta recogieron la numerosa prole de Pepelui y se instalaron en el caserón familiar de ella. Le advirtió: “cuidaré de tus hijos, pero hay cosas que no deben romperse, recuerdos de siglos; sobre todo, cuidado con el jarrón del salón, guarda las cenizas de mi familia, es mi propia historia, mi propia vida y la de mis hijos”.

jarron roto.jpg     En la oficina, entre periódico y cafetito, barruntaba: “las reverencias al jarrón me traen loco, tendré que trazar un plan”. Se dedicó a jugar con los niños, la alegría de la casa. Un día rompieron un cenicero. Entre carantoñas le dijo a Agustina: “no pasa nada, son cosas de niños, no se les puede reñir, tienen que desarrollar su personalidad”. Cada vez, rompían más cosas. Cuando Agustina parecía acostumbrada, Pepelui agarró una tranca y le dió al jarrón. No le valió echar las culpas a los niños, vino el hijo mayor de Agustina y se encaró con él: “te han advertido que cuidases del jarrón”. “Podemos pegar los trozos”, contestó Pepelui, “si falta alguno quedará como de museo, las cenizas las meteremos en jarrones pequeños y te las repartes con tus hermanos y primos”. “Coge a tus hijos y nunca más pongas tu pie en esta casa, ni las manos sobre mi madre. Reconstruiremos el jarrón, meteremos las cenizas y volverá a estar en su lugar. Tu nombre lo grabaremos a fuego, para que todos sepan de tu ignominia”. Agustina presenció la escena y asintió.

     Lo peor no es el Plan Ibarretxe, no tiene ninguna posibilidad. Aunque fallase el Gobierno y el Tribunal Constitucional, los españoles tienen la última palabra. No lo consentirán en el referéndum definitivo o en la calle. Tampoco lo conseguirá ERC aunque tenga más de votos que el PNV y EAJ juntos. Entre los tres obtuvieron 1.067.153 votos contra los casi 25.000.000 que votaron las demás opciones en las últimas elecciones generales. zapatero smile.jpgEl verdadero problema, piensan muchos, es el plan que, a la chita callando, parece llevar a la práctica José Luis Rodríguez Zapatero. Ataca el sistema judicial y si una votación falla, vuelve a votar a los pocos días, con toda la cara dura. Insulta a la Iglesia: su TV ha dado la receta para guisar un Cristo. ¡Hacedlo con un Mahoma, cobardes, o tenéis miedo a que un ayatolá dicte la orden de daros muerte por el primer musulman que os encuentre! Destruye el concepto de familia, pasando de las uniones homosexuales con todos los derechos fiscales, hereditarios y de cualquier otra clase, a llamarlas matrimonio y permitirles adoptar niños. Alienta a no poner una cruz en la casilla de la Iglesia de la declaración de Hacienda, aunque es la ONG, que hace más que todas las otras juntas y sus misioneros no cobran. Desmembra el Archivo Nacional de Salamanca. El río Ebro, de español, pasa a ser río catalán nacido en tierras extrañas. Así, dividido a trozos, Aragón y Cataluña parecen dueños de su agua y se la niegan a Valencia y a Murcia, no gobernadas por el PSOE, ni por sus secuaces. La posición de España en el mundo, de amigo privilegiado de los grandes países, pasa a tercermundista, arrodillada ante el culo de Francia. Todo aparenta tener una importancia relativa, mientras nos va acostumbrando a que las cosas de la Nación Española ¡la única! se rompan; y cuando los españoles estemos acostumbrados a que, un día si y otro también, se rompa algo, podrá romper el enorme jarrón de la patria, con toda su historia dentro y cree que no pasará nada.

     Sí pasará, los hijos mayores y los menores y toda la patria entera de Agustina, saldrán a la calle y él y su patulea de amiguetes correrán a esconderse, mientras su nombre será grabado en la Historia de España, con letras de fuego, para que por los siglos se conozca su ignominia. ¡Ruego a Dios para que los que piensan que va a pasar esto, se equivoquen!

18 de enero de 2.005, Diario "El Mediterraneo".

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