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sábado
jul292006

Los trece de la fama

     “Manuel Cháves ha venido fascinado del Caribe”. Juan miró a Roberto y le preguntó: “¿Ha ido al carnaval de Puerto Príncipe o al de Santiago de los Caballeros?” “No, le fascina Fidel Castrochaves y fidel.jpg”. “Los progres, como os llamáis, para disimular que sois leninistas avergonzados, desde la caída del muro de Berlín, añoráis las dictaduras del proletariado” remató Pablo. Bernardino acaba de llegar a la tertulia del café de las 11’30 y solo oyó que hablaban del Carnaval: “el de Castellón este año empezó magnífico, tres conocidos progres, apostataron frente el Palacio Episcopal, ante invitados y curiosos; pero, no tiene ningún mérito, ahora no hay Inquisición. Los apostatas valientes son los musulmanes, a quienes cualquier otro fiel, tiene la obligación de matar, como a Salman Rushdierushdie.jpg que, por haber publicado “Versos Satánicos”, aún vive escondido. Emeterio, siempre discreto, reflexionó en voz alta: “apostatar es un acto inútil, de cristianos mal informados. Jesús, que es Dios mismo, eligió amar a todos y cada uno de los hombres y entregar su vida por ellos, elección que, por ser divina, se toma de forma irrevocable. Aunque ellos quieran borrarse del cristianismo, Jesús no los borra. Como dice el Vaticano II lo que salva a los hombres es la muerte en la Cruz; y, como dice mi párroco, de su sangre derramada, Él se las arreglará para que ni una de sus gotas se desperdicie”.

     El último en llegar, Antonio, introdujo un tema caliente: “el otro día hablaban de los trece”. “En la Catedral de Lima están grabados sus nombres y apellidos”, interrumpió Bernardino, pizarro.jpgFrancisco Pizarro trazó, en la Isla del Gallo, con su espada, una raya en la arena: “por aquí se va a Panamá a ser pobre, por allá, a ser rico”. Trece, entre ellos Pizarro, cruzaron la raya y conquistaron Perú. La historia los conoce por los trece de la Fama”. “Aquí nos referimos”, dijo Antonio volviendo a su tema, “a los trece académicos de la AVL empeñados en que el valenciano sea catalán. Ellos y los otros siete acaban de parir un engendro, llamado pacto, para no perder sus nombramientos por quince años y el suculento sueldo. ¡avl.jpgMenuda bajada de pantalones colectiva!. Pero, da lo mismo lo que pacten políticos y filólogos, no son quienes para decidir qué hablo yo, qué hablaban mis antepasados, ni qué se sigue hablando aquí. La inmersión lingüística y la Junta Calificadora no significan nada cuando las cosas están arraigadas en el pueblo. Pasarán cien años y más y lo que está impregnado en nuestro pueblo siempre saldrá a flote, quieran o no. No piensen que cuando los mayores desaparezcamos, las nuevas generaciones pensarán de otra manera”.

     Juan corroboró las palabras de su amigo con un hecho real: “Mercedes y María José estaban en clase, en la Escuela Pública Marqués de Benicarló, poco después de la muerte de nuestro último dictador, cuando apareció un tal Don Tomás, enviado por el Ayuntamiento para adoctrinar a los escolares sobre “nuestra bandera cuatribarrada, nuestra lengua el catalán”. Las gemelas se levantaron: “no señor, bandera valencia.jpgnuestra bandera no es esa, es la otra con una franja azul, y no hablamos catalán, siempre hemos hablado valenciano”. “No digáis tonterías, no conseguiréis nada con esa actitud”. “Puede que no lo consigamos hoy, pero seguiremos insistiendo el tiempo que haga falta, hasta lograrlo”. Lo pasaron muy mal en la escuela, les llamaron fachas, fascistas y hacían su vida imposible. En la Universidad no les fue mucho mejor. Estas bellas madres jóvenes, profesionales del derecho, a pesar de sus siluetas aparentemente quebradizas, por lo grácil de su cuerpo y de su aire, hoy tienen la misma firmeza en sus convicciones. Las valencianas y valencianos, que saben qué hablan, qué han aprendido en sus casas, lo transmiten a sus hijos, mal que le pese a la AVL, donde se apesebran los filólogos renegados de nuestra identidad, cuyos nombres no se escribirán con gloria en la historia de la Comunidad Valenciana; y tampoco podrán ser recordados en Els Paisos Catalans que nunca han existido, ni existirán”.

15 de febrero de 2.005, Diario "El Mediterraneo".

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