Presunto apaleado

Lola y Marina, junto a la piscina del Palmeral, preparaban el aperitivo, medias rodajas de tomate con aceite de oliva coronadas con una anchoa y virutas de jabugo, que Julia cortaba con devoción, mientras Constanza preparaba martini seco al estilo de 007, mezclado pero no agitado. Roberto estaba horrorizado por la paliza que diez presos comunes había propiciado a Abu Dahdah, supuesto jefe de Al Qaeda en España, para quien el Fiscal ha pedido 74.337 años de prisión. Constantino tomó la palabra “de las cárceles siempre se cuentan historias, en la antigua de Castellón situada en la calle Cerdán de
Tallada, al iniciarse la guerra civil ingresaron a varias señoras por el “delito” de haber sido interventoras de partidos de la derecha en las últimas elecciones. Una de ellas protestó porque no habían detenido a Emilia. Dolores Cárregui, sin duda la mejor modista de Castellón, mujer instruida, con manos prodigiosas para cortar y coser, admiraba, a pesar de ser progre, a Emilia por su inteligencia y entereza. Cuando supo que estaba en la lista de las que iban a ser detenidas, habló con el Alcalde, su primo, “a Emilia hay que sacarla de esa lista” y lo consiguió.
Juan continuó “un cliente, que se acostaba con madre e hija aún menor, fue condenado a seis meses. La madre lo denunció cuando acabó la relación con ambas. En la cárcel engordó muchísimo “me pusieron en la cocina, porque no había hecho nada grave, comía lo que quería y lo que más me gustaba, con eso y con tantas horas en el patio descansando he engordado. Vengo a decirle que cuando cobre la cosecha terminaré de pagarle”. Volvió al cabo de seis meses, delgado, moreno como un tizón “¿qué te ha pasado?” “ya ve, ahora me levanto a la seis de la mañana y trabajo en el campo de sol a sol ¡aquéllo de la cárcel era vida!”
Roberto protestaba “buenas historias, pero pegarle a un preso, no respetar sus derechos humanos no se puede consentir”. Constantino le cortó “ tal vez los presos comunes, que le han roto la mandíbula, la nariz y lo han dejado como un Cristo, siento la comparación porque es musulmán, llevan todavía en la sangre el espíritu vengador de Fuenteovejuna, por eso no dan facilidades a los investigadores del incidente. ¡Todos a una! Muchos no entienden que exijan tantos derechos los que sistemáticamente niegan a los demás el más elemental, el derecho a la vida. No parece que la correspondencia exacta a su conducta sea respetarle los derechos humanos, si es cierto, como le acusa el Fiscal, que Abu Dahdah pertenece a Al Qaeda y ha sido cooperador en la matanza del 11-M, como antes la hicieron en Nueva York, en Bali, ahora en Londres y todos los días en Iraq, veintiséis países han sido atacados. Hace poco, para cargarse a un soldado norteamericano, que repartía caramelos, mataron a 35 niños. Se debe hacer, pero no todos pueden comprenderlo. La base del derecho está en el “do ut des”, es decir, doy para que des; es la base de cualquier negocio jurídico,
te vendo esta finca y tú me das el precio, te hago este trabajo y tú me pagas el salario, pero en los derechos humanos se concede y no se exige nada. Se respetan sus derechos a decir lo que quieran, a que no les torturen, a vivir, a que puedan estar libremente en cualquier parte, pero algunos de esos a quien respetas todos sus derechos, tienen como fin primordial de su existencia no respetar mi vida, ni la de los demás. No parece justo”.
Juan le cortó “es justo, es lo que demuestra que la civilización occidental no es una más, ni sólo distinta de las otras, sino muy superior, nosotros proclamamos los derechos humanos y los reconocemos a todas las personas del mundo, pertenezcan o no a nuestro modo de vida, nos quieran matar o no; eso es lo que nos hace más grandes y a nuestra civilización superior”.
Las mujeres salieron de la piscina y mientras se secaban “ya está bien de cháchara política, ataquemos el aperitivo que Julia traerá pronto la paella”.
26 de julio del 2005, Diario "El Mediterraneo".
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