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viernes
abr062007

EXPOSICIÓN DE CERÉMICAS DE MANOLO SAFONT EN EL CIRCULO MERCANTIL

 

Sobre un verde de esencias vuela –blanca- una paloma. Sobre una paloma de inmensas paces brilla –rojo- un ojo de la paloma. Sobre un ojo de tiernas promesas mira –amor- un hombre. Sobre un hombre de alientos inciertos vuela –íntima- una vida. Sobre la vida, la paloma. El verde. El ojo rojo. Sobre un verde de esencias –blanca- vuela en paz una paloma.

 

Manolo Safont esculpe el color. Pinta su trabajo de tierra y esmalte. De fuego y sueños concretos. Todas las mañanas nace un niño y muere cada noche rendido de trabajo e ideas concretas. Solo la tierra es determinada. Y la ecuación de colores que da –exacto- el fuego. Ese niño volverá mañana al trabajo –recién nacido- y hará dos cuadros negros como la plata buena y pura –sin netoles- y de puro traspaso dejará en ellos su aro rojo de juego o su pelota.

A veces sobre la tierra, solo tierra. Con color de tierra, esmaltes místicos de tierra. Puros como la tierra. Como la sangre tierra de la arcilla oscura de la tierra.

Sobre un verde hojas tiernas. Sobre un verde de verdes hojas. Sobre un verde de jades verdes. Sobre un verde de esencias. Blanca como la paloma vuela.

A veces sobre la sangre. O no. Sobre el hierro caliente –bulle y se enrojece- el mar y el trabajo. A veces el esmalte es rojo. Todo rojo que el verde solo es verde por contrastes y el rojo es poesía de un fuego de esmaltes.

Cuando el fuego envidia los esmaltes que entran –grises azulados pobres- es la mufla, al verlos con el fuego –azules amarillos rosas verdes marrones negros blancos- hace trampa con el fuego y los tiñe solo de fuego. Hace fuego rojo que devuelve el fuego. El fuego tiene envidia del mar porque –verde- coquetea con cielos que lo azulan. Envidia al sol porque solo el oro lo acuña en amarillos. El fuego envidia las flores porque tienen labios de niñas, recién besadas, en sus pétalos. Y a la hierba porque huele a hombre recién lavado. Si pudiera ser barro, moldeable como un lecho de enamorados. Por eso quiere borrar colores y los hace negros. Aquel negro coraza, uña trabajadora, plata noble. El blanco –fuera envidia- le da la idea. Hará trampa con los esmaltes. El fuego se viste de rojo y da rojo. Inmensamente rojo.

Manolo Safont ha inventado los colores, dando latigazos al fuego. Latigazos que se escriben en pentagrama y armonizan llenos de amores. Manolo sacó del fuego –que no quería- una paloma blanca. El fuego murió en el parto. Sobre la tumba del fuego hay hierbas verdes.

Sobre un verde de esencias vuela –blanca- una paloma.

15 de marzo de 1970, Diario “Mediterráneo”.

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