Señoras y señores:
Vino el arcángel poeta, el arcángel San Gabriel y me dijo:
- Tú que quieres ser?
Todavía era noche entera para mí.
- Si he de ser español ...
Y en vista de que las circunstancias me habrían de impedir ser torero, para vestir de todas maneras un traje “mar y oro”, contesté:
- Seré poeta.
No dije, como muchos me reprocharán:
- Da lo mismo, seré como todos.
Hay un hombre que dice:
“Lo más característico del momento es que el alma vulgar, sabiéndose vulgar, tiene el demuedo de afirmar el derecho a la vulgaridad y lo impone donde quiera. Como se dice en Norteamérica: ser diferente es indecente. La masa arrolla todo lo diferente, egregio, individual, calificado y selecto. Quien no es como todo el mundo, quien no piense como todo el mundo, corre el riesgo de ser eliminado. Y claro está que “todo el mundo” no es “todo el mundo”. “Todo el mundo” era, normalmente, la unidad compleja de masa y minorías discrepantes, especiales. Ahora todo el mundo es solo la masa.
Esto dice D. José Ortega.
No soy todo el mundo, ni como todo el mundo, ni mejor que todo el mundo, ni peor. Ni de aquí, ni de allá. Ni esto, ni lo otro. Solo soy yo.
Y soy poeta.
Es que nadie es igual a su semejante, a ninguno de ellos.
La democracia, tal como se viene entendiendo, es el “slogan” más estúpido y denigrante que el mundo ha producido en los últimos tiempos, desde la borrachera de Noé a aquí.
Cada uno es distinto de los demás. Y tiene el derecho y la obligación de sentirse distinto. Cada uno en su sitio, el que le está encomendado desde toda la eternidad para que lo ocupe en este mundo.
Luego vendrá el discutir. ¿Qué es más digno ser concejal o barrendero?. Para mi es igual de digna una cosa que otra. La dignidad reside en el individuo y más digno será el buen concejal que el mal barrendero, y más digno el buen barrendero que el mal concejal. Los sitios, que nos pueden corresponder ocupar en la vida, no son una cosa, ni otra. La que puede ser, o no, digna es la persona.
La misión del poeta en la vida no se debe juzgar por ciertos desmelenados, como la de los gobernantes no la medimos por ciertos sátrapas de la antigua Mesopotamia.
Lo importante es ser lo que se deba ser, y lo que nunca podremos ser es todos iguales.
Dice un amigo mio con visión plástica de la cuestión, que, mientra él tenga nariz y otros sean chatos, el pretender que todos somos iguales es una tontería.
Si Dios no se ocupó de hacer al hombre igual, no debemos ser nosotros los que tratemos de igualarlo. Si la Vírgen fue una privilegiada aún antes de nacer y San Juan Bautista un niño mimado ya en el vientre de su madre, si esto solo nos hace ver que no somos todos iguales en la gracia ¡como vamos a serlo en dotes mucho menos importantes!.
Los que han ido reduciendo su espíritu hasta considerar que todos son iguales, han eliminado del mundo todos aquellos puestos que requieren una vocación específica, auténtica, y, más aún, tratan de suprimir los que requieren, ante todo, unas cualidades innatas.
Y se encuentran todos ellos, entre sí, iguales porque lo que ellos hacen lo puede hacer cualquiera. No son más que artesanos. A veces, muy buenos, pero al fin y a la postre artesanos, gente que conoce, más o menos, un oficio. Y no es que yo tenga nada con el que trabaja, con el artesano; lo que no está bien, es que aquellos, que no han sido dotados para más, quieran pasar por artistas cuando se necesitan condiciones que el individuo se trae ya a este mundo como regalo de la Providencia. Ellos se encuentran con que pueden adquirir la técnica, que necesita un artista para efectuar su obra. En casos, algunos adquieren una técnica mejor que el mejor de los artistas y quieren, valiéndose de esta técnica, de su pequeño sentimentalismo y de su mucha sensibleria, pasar por artistas. Y esto no se puede aguantar.
Es que don Fulano escribe muy bien, se oye decir. De acuerdo. Es un tío estupendo escribiendo, es un estilista maravilloso, nadie ha escrito como él. Describe a la perfección. Se merece el sillón de académico. Y es, yo lo afirmo, un inmortal de la lengua. Pero, un artista no.
Que le den el diploma de destreza en el oficio, pero que deje al Olimpo y a sus dioses tranquilos, que, allí, no le conocen.
Y claro, son gente que no entiende, que hay ciertas cosas que no las capta. Que a veces han oido decir que tal cosa es buena y por quedar bien la aplauden. Pero generalmente, allá dentro y muchas, muchas veces por fuera, dicen:
-Esto no lo entiendo, pues, no es bueno, no tiene valor.
En realidad ellos no tienen toda la culpa. La providencia sabrá porque no hizo a todos poetas. Se ve que no debía convenir, el que abundasen.
Por todo eso yo no vengo a demostrar. Ni a convencer.
Solo a exponer las cosas, la poesía, tan a las claras, que el que no quiera convencerse es porque no puede.
Vengo a convencer a los que están a punto de comprender por sí solos todo esto que voy a decirles. Y no me hago el ánimo de leer versos a una minoría de mal llamados artistas. No.
Mi poesía no es para minorías artísticas, pero lo que quiero decir es que tampoco es para sudorosas masas de hinchas de un equipo de futbol.
Más claro. Lo que voy a leer no es para eruditos, ni delicadísimos falsos poetas; pero tampoco es, por partes y razones iguales, para aquellos que vivan la vida sin autenticidad, sin fuerza, sin amor.
Yo espero que muchos analfabetos pueden oir mis versos y comprenderlos, sentir mi poesía, que los canten las viejas mujeres de todos los rabales, sentadas en su “cadireta” a todos los niños del mundo que aprenden a satiguarse, en castellano, en la puerta de su casa. Espero que los niños puedan cantar mis versos y disfrutarlos. Pero me consolaría que los especialistas de tantas y tantas cosas como hay hoy en día, sin apearse de sus trece, los entendieran y los pudieran saborear.
Y todo esto, porque poesía no es un conjunto de versos, uno bajo de otro. Como un ladrillo sobre otro, solo podrá ser una pared, un edificio; para que sea una obra de arte, de arquitectura, se ncesita que esté bien hecha por mano de un artista. Versos, uno bajo de otro, es literatura. Y mala por regla general. Manzanas, liebres, caras de niños, y zapatos, podrán formar por separado o por conjunto un cuadro; pero pintura, arte, no. Para que haya arte, para que haya poesía se necesita fuerza, algo que decir, autenticidad, genio y mucho amor.
Tantas y tantas cosas que se nos presentan como obras de arte, no son sino obras de artesanía.
Artesanos, malos o buenos, son los que copian mal o bien; los que carecen de genio creador; los que no tienen el coraje suficiente para ser valientes y serlo también en sus obras, llenándolas de fuerza; los que nunca tienen nada que decir; los que no hacen obras auténticas y más aún los que no son auténticos ellos mismos. Y no son nada los que no ponen, o no tienen, amor, los que en su sensibilidad, cuando tienen alguna, se conforman con un caprichoso enamoramiento que será incapaz de llegar a ser amor.
El poeta, el artista, es el que a través de él, son poesía, arte, las cosas que le rodean. Por eso a través de él es poesía, arte: El niño y el soldado muerto, el ángel caído y la adultera, la rosa y el lobo, el toro y el nido. La fuente y lo gris. El mar. La herida del aire. El alba y la noche. Besar y no hacerlo. Querer a Dios y no poder dejar de amarlo.
Todo lo que a un artista llegue su autenticidad, con fuerza y con amor, en cualquiera de sus formas, a través de él, si sabe hacer el gesto de la expresión creadora, es arte.
POESÍA EN MANGAS DE CAMISA
Poeta español.
Podeís comprender mi herencia.
Desde el Romancero hasta las canciones de corro.
Y con este regusto sano y fuerte, como la leche de la montaña, lleno de poesía y de amor, joven y poeta, español a la española, orgulloso como la tierra y fuerte como el mar, aquí estoy.
Voy a leer poesía en mangas de camisa.
Vosotras, señoras, en un teatro, cargadas de faldas largas, de alhajas y de escotes; y vosotros, caballeros, con el uniforme de la pajarita en el cuello de la camisa, no podríais saborear el arte, la poesía, como podeís aquí, se quereís y vuestros asuntos os lo permiten, puestos en mangas de camisa.
Es decir, sin miramientos. Tal como andaís por casa. Sin nada que presione sobre vosotros. Sin nada que os haga pensar que asistís a un espectáculo, sino todo lo contrario.Yo asisto al espectáculo de hasta que punto os pueden hacer vibrar mis versos, hasta que punto podreís predisponeros a sentir, a andar por el mundo, como por vuestro corazón, en mangas de camisa, con sinceridad.
Esto tampoco es un salón de conferencias. No quise leer versos, hablar, hacerle el amor al aire, en ningún salón.
Por eso me he venido a la vieja casa solariega de mis mayores en el saber, en el arte.
He bajado de los salones falsos a la entrada de mi casa a recibiros. Aquí estaís en el lugar menos afectado. Tan desnundo estaba que ha tenido que traer unas cartelas pintadas por mí.
Dentro del traje de primera comunión, vestidos de marineros, empiezan los niños a ser jóvenes. Solo un poco. Todavía son niños.
No sé porque el traje de nuestra despedida de la niñez es el marinero. ¡Pero es estupendo!.
Parece como si la vida empezase a llevarnos ya al mar. Ese mar que hay que amar, porque es el morir.
Es el
MAR, AMOR
Empiezan mis primeros recuerdos en la playa de los veranos. Y empieza luego mi amor al mar, cada ver más intensamente.
Al mar, mi amigo.
A la mar, mi amante.
Me metí en las aguas azules, una noche clara, y ciñéndose ella a mi cuerpo, me preguntaron quien era el que despertaba su sueño. Mirando ese cielo nuestro, martir de estrellas, les canté: yo soy de
LA FAMILIA DEL MAR.
Sobre este mar azul mediterráneo, nuestro, que no es éste sino ésta, porque es femenino, me gusta salir a ver como hace su entrada por el mar, en las primeras horas del alba, la primavera. Por allí viene la
PRIMAVERA EN EL MAR.
Por todo esto, por todo el amor que tengo al mar, cuando llega la hora de partir, de alerjame de él, los adioses resultan tristes.
Y son así mis
ADIOSES
LA NANAS
MI NIÑA COME PAPILLAS.
Mi niña come papillas.
El Rey se come un león.
La Reina come tortilla.
Papillas come mi sol.
El Rey se ha ido de caza.
La Reina se fué con él.
Mi niña juega en casa
al aire de un cascabel.
El Rey cazó dos leopardos.
Y un tigre también cazó.
No come carne mi niña,
papillas come mi sol.
La Reina ha dicho papillas.
Papillas y más papillas.
Papillas que le hago yo.
REY MAGO.
Mañana tendrás juguetes.
Mi niña ¡no llores más!.
Mañana tendré dinero
cuando vuelva de alta-mar.
Estoy pintando tres peces
en las velas de mi barca.
El primero color verde.
El segundo color plata.
Y el tercero va de azul,
color azul de mar clara.
Cuando llegue al alta mar,
voy a tirar mis dos redes
para ponerme a pescar.
Ya verás como mis redes
se van a llenar de peces.
Y cuando se ponga el sol
venderemos en el puerto
mi carta al mejor postor.
Mañana tendrás juguetes.
Mi niña ¡no llores más!
Mañana tendré dinero
cuando vuelva de alta-mar.
DECIAN PORQUE NO DUERMAS
Decían porque no duermas,
que la luna estaba muerta.
Qué lloraban las estrellas,
decían porque no duermas.
Duérmete mi nana-nana,
que hay bandidos en el cielo,
que enamoran a las niñas
disparándoles luceros.
Duérmete que es tarde ya,
que la luna está saliendo
y sonríen las estrellas
porque han visto un bandolero.
Duérmete que tira, tira,
con sus pistolas luceros
y una bala puede entrarse
por tus ojitos pequeños.
Decían porque no duermas,
que mataron a la luna.
Que las estrellas lloraban,
decían porque no duermas.
MI NIÑA, ESCRIBE CON TINTA.
LAS NIÑAS: El sol tenía una mancha,
el sol tenía un manchón.
Mi niña escribe en la escuela
y le ha caído un borrón.
EL PROFESOR: Niña no tires la tinta
encima de tu papel.
Por cada borrón que tengas
vas de cara a la pared.
LAS NIÑAS: Mi niña escribe con tinta
a los Magos del Oriente.
Quiere que traigan muñecas
de trapo a toda la gente.
Mi niña escribe a los Reyes
con tinta, y cayó un borrón.
No pases pena, mi niña,
que el sol tenía un manchón.
Igual fueron los colores
que el sol a las flores dió.
Igual serán las muñecas
si hay en tu carta un borrón.
EL PROFESOR: Mi niña no tires la tinta
encima de tu papel.
Por ese borrón que veo,
ve de cara a la pared.
LAS NIÑAS: Los tres Reyes nos trajeron
a todo el mundo muñecas.
Y le hacemos mil carazas
al profesor en la escuela.
El sol tenía una mancha,
el sol tenía un manchón.
Mi niña, escribe a los Reyes
aunque te caiga un borrón.
PAISAJE DONDE FUI NIÑO
1
Paisaje donde fuí niño.
Cipreses del primer miedo.
Ermitas de la niñez.
Cantares, coplas de viejo
y nanas-nanas lejanas,
que en mi oído no recuerdo.
Amores que ya no existen.
Amores que yo aun quiero.
En mi sueño ese paisaje.
Paisaje en mi vista lejos.
Pintores de ese paisaje
Pintarme a mí en su requiebro.
2
No se distingue la plaza,
plaza mayor de mis juegos.
¡Ay, caños del agua clara!
¡Ay, agua que ya no bebo!
Desde aquí no se ve nada.
Apenas distingo el pueblo.
Pero si te ve mi sueño,
tal como fuimos entonces:
yo tan niño, tu tan viejo.
3
Todos se van a las eras.
A la era.
Y los niños en la paja
corren y juegan.
A la era.
Todos se van a las eras.
Y los trilladores trillan
todo el oro de la siega.
A la era.
Que vienen los pajarillos
y en el grano picotean.
Vámonos ya hacía las eras.
Y haremos con esos granos
hostias blancas como cera.
A la era.
4
¡Ay! piedra, aluvión de río.
¡Ay! río que se quedó,
por irse tanto a la mar,
rambla.
Se quedó sin río.
Piedra blanca,
blanca flor,
de la rambla.
5
Niño, corre por el puente,
que es tarde, que son las nueve.
Corre que ya es tarde y llueve.
Se está quedando la calle
vacía.
Se está quedando la plaza
sin la algaraza,
que se termina.
Corre que se las pela,
por todo el puente,
que son las nueve,
que está la cena.
Corre que ya es tarde y llueve.
6
La luna se puso roja
porque la vieron besarse
detrás de unas verdes hojas.
Es que una hojita cayó
y se vió como a la luna
la besaba un guapo sol.
Me lo contó una estrellita
pequeñita, pequeñita,
que lo vió.
La luna se puso roja,
mucho más roja que el sol.
7
Adios felices paisajes,
locuras para el recuerdo.
Me voy dejando mil huellas
en la hoja blanda del viento.
Adiós felices paisajes
del libro fiel del recuerdo.
Calor del pino de sombra.
Cadencia y lluvia del fuego.
Palabras sobre la hierba.
Silencios mirando el cielo.
El banco oscuro en la sombra.
El árbol que tapa el beso.
Diez noches llenas de luna.
Diez noches llenas de negro.
Y diez y diez alternando.
Y siempre noches silencios.
Y siempre tardes cadencias.
Y siempre días sangrientos.
Adiós felices paisajes,
locuras para el recuerdo.
Me voy, dejando mis labios
sangrar por los cuatro vientos.
Adiós amores del alma.
O en vez de adiós, hasta luego.
CARTA A LOS SEÑORES REYES MAGOS DE ORIENTE.
Mis Señores Reyes Magos:
Dios os guarde muchos años.
Esta vez han de traerme
un paisaje todo verde.
Quiero un paisaje oriental
con un oasis de cristal.
Con una uvas muy negras
y muchas altas palmeras.
La luna toda de plata
y el cielo todo de estrellas
de hojadelata.
Así se podrán oir
cuando los aires las muevan
y hagan chin-chín.
En el aire han de poner
un suspiro de mujer.
Este año fui muy bueno.
Sr. Gaspar,
Sr. Melchor,
Sr. Baltasar,
Gracias por todo. Hasta luego
Wenley, el sentimental.
Post Data:
En el balcón de mi amada,
en los zapatos un beso.
No tienen que decir nada.
CANCIÓN DE LA MUJER CIEGA
Amor mío,
yo no he visto
ni los campos,
ni los trigos,
ni las sierras.
Ni esas flores,
tan bonitas,
que tu dices,
que se llaman
azucenas.
Tú las traerás cuando vuelvas.
Amor mío,
y si no volvieras ...
Me quedaré sin saber
de que color son las flores,
que tu dices,
que se llaman
violetas,
alhelíes,
azucenas.
Me quedaré sin tener
eso,
que tu llamas
primavera.
TRES FIGURAS DE LA ACUARELA,
ACUARELISTA Y YO.
YO: ¿Donde va la mayorala?
ACUARELISTA: A la fuente.
EL VIEJO: Ni bebe el agua,
ni tienen cántara,
ni libertad, ...
¿A la fuente
porque y a que va?
LA MAYORALA: Yo voy por ver al yeguero,
que con sus dos mulas pardas
se acerca al abrevadero.
EL VIEJO: A eso va la mayorala,
tan blanca como un clavel.
EL YEGUERO: Vete, mayorala, vete, ...
que se mojará en la fuente,
tu piel.
PRIMAVERA EN EL MAR.
Marinera ¿sabes ¡ay! marinera
que vendrá mañana la primavera?
Dejaré de par en par,
abierta,
mi puerta
para que pueda pasar.
Por las calles de mi puerto
vendrá saltando.
Y mientras tanto,
tú, marinera, durmiendo.
La voy a esperar despierto,
que la piendo ver llegar
empujada por el viento
sobre las velas del mar.
Marinera, marinera,
¿sabes que vendrá mañana
saltando la primavera?
MAR, AMOR.
Con camisa manera
me enseñaron a rezar.
Mis ojos con la marea
empezaron a soñar.
Me llevaban las sirenas
en su cola a pasear.
Y mis manos a jugar
aprendieron con la arena.
Así empecé yo a quererte,
mar.
LA FAMILIA DEL MAR.
Mi madre fue una sirena.
Mi padre un lobo de mar.
Mis hermanas las estrellas
y fue mi cuna un cantar.
Yo soy, por ley, marinero.
Y de oficio; solador.
Trovador, porque te quiero.
Y para tí, todo amor.
MAR COQUETA.
Y que le importa a la playa
las olas que se le van.
¿No es siempre igual en el mar
con ola distinta al agua?
Y que le importa a la playa
si está coqueta la mar.
MARIONETAS DE DIOS.
Cielo. Y al fondo todo el cielo.
Y Dios con su mano de nubes,
cielo y mar, sobre los azules,
moviendo el hilo del jilguero,
lanzando al mar sus golondrinas,
navegando en los veleros.
Gaviotas por los cuatro vientos.
AMOR, SI PASAS EL RIO.
Si pasas el río
no viertas en él,
amor, tus suspiros.
Luego son todo burbujas
y no se quiere mirar
redonda y blanca la luna.
Amor, deja
los suspiros en la mar.
SI YO
¡Oh, si yo palmera fuera!
hasta el mar me inclinaría
y besaría,
mar, tus conchas marineras.
Y si yo fuera escollera
a mi novia le diría:
¡ay, novia mía!
¿quieres ser, tú, mi sirena?
EL FARO
Cuando paso
me ve el faro.
Y al pasar
guiña el ojo.
Viejo lobo
de la mar.
BARCA SOÑADORA
Barca blanca de mi mar.
Siempre está atada en la cala
porque dicen que se va.
Que quiere irse a jugar
con los patos de ala blanca.
En la albufera de plata
juegan a barcos del mar.
DESEO MARINO.
Yo quiero besar las olas
y robarle caracolas
a la mar.
Bañarme desnudo a solas
a la luz de las farolas,
estelar.
Yo quiero cantarte mar.
Que bonitas
las palmeras
y las olas,
tus estrellas
y tú,
qué bonito, mar.
Yo quiero besar las olas
de la mar.
LA MONJA DE LA MAR.
En el rincón de una playa
un viejo torreón de antaño
con una pequeña campana,
sueña con ser campanario.
Dicen que en él vive sola
una monja castellana.
Vino un día a ver la mar
y se quedó en su compaña.
Hoy es monja de la mar.
Dicen que vive ella sola,
muy sola en el campanario.
No muy sola. Con las olas,
con la mar, con su rosario.
De ella dicen, que en el cielo
Dios le ha puesto una bandera
brillante como un lucero.
Dicen, que es bella escollera
de los buenos marineros.
Que es ella la campanera
que encauza los derroteros.
Y que es estrella en la tierra
porque su luz es de cielo.
Desde que vive en la playa
no naufragan los veleros.
Y ahora los marineros
no tienen miedo a las aguas.
Ella canta por las velas.
Han dicho todos los peces
que solamente por verla
se metieron en las redes.
Si yo fuera trovador,
si fuera yo medieval
estaría enamorado
de la monja de la mar.
Todas las tardes repica
la monja ¡ay! su campana
para que cien mil luceros
se enciendan sobre la playa.
Todas las noches repica
la monja ¡ay! su campana
para que los marineros
no se duerman en el agua.
Repica y toca, repica
el ángelus cuando el alba
para que sobre los cielos
se despierte la mañana.
Si yo fuera trovador,
si fuera yo medieval
estaría enamorado
de la monja de la mar.
ADIOSES
1 (al mar)
¡Adiós al mar!
Como te diría adiós
si yo me quiero quedar.
Adiós le diré a la playa
y al palmera.
Adiós le diré al olivo
y al limonar.
Pero sin nada me quedo
diciéndole adiós al mar.
Como te diría adiós
si yo me quiero quedar.
2 (…y a ti)
Al mar y a ti
os quiero decir
que voy a partir.
Si me voy del mar
y me voy de ti.
Por eso marinera mía
me quiero quedar aquí.
Acordaos de mí
y llamarme acá
tú y el mar.
Que yo vendré de allá
de allá,
con dos regalos que ví.
Flores de alhelí
y flores de azahar.
Esas para ti
y aquellas para el mar.
3 (deseo)
Quien se pudiera olvidar,
ya que me tengo que ir,
del color azul del mar.
Quien se pudiera olvidar
los besos que yo te dí
entre la tierra y el mar.
Quien se pudiera dejar
en tus labios siempre un beso
sin tenerte que besar.
Quien se pudiera dejar
este querer tan retonto
para que se ahogue en el mar.
Quien se pudiera quedar
contigo, siempre, en el mar.
Quien se pudiera quedar
quien, como quien no lo quiere,
siempre a vivir en el mar.
Contigo, siempre.
Siempre, siempre, siempre, siempre.
NADA ES YA AZUL
Nada es ya azul.
Ni el mar, ni el aire.
Ni el monte, ni el otero.
Solo queda azul tu recuerdo.
Aquí no hay mar,
ni marineras.
Ni el aire lleva adentro
las velas.
Ni el oscurecer es azul
la tierra.
Solo tu recuerdo y tú
estáis de azul,
mi marinera.
Tenía azul el alma,
de tantos besos que tenía.
Tenía azul el cuerpo.
¿Te acuerdas, tú, que lo tenía?
Ya nada tengo azul,
marinera mía.
Ni el mar, ni el aire.
Ni el monte, ni el otero.
Solo tú,
en mí,
eres azul.
Y azul también es tu recuerdo.
MUERTO DE AMOR
Cuando vuelva yo a la mar,
te volveré a besar.
Me voy a quedar dormido,
muero de amor,
molido.
Muerto.
Tanto te voy a besar.
Muerto de amor
me voy a quedar.
Cuando vuelva yo a la mar,
te volveré a abrazar.
Me voy a quedar dormido,
muerto de amor,
molido.
Muerto.
Tanto te voy a abrazar.
Muerto de amor
me voy a quedar.
Cuando vuelva yo a la mar.
Me voy a quedar.
Muerto de amor.
SERENATA DE VERANO
1 (una guitarra viniendo)
Hay dos estrellas arriba
que se acercan en el cielo.
Hay dos estrellas arriba
que en tus ojos yo las veo.
Dos estrellas que enrojecen
cuando en los labios te beso.
Hay dos estrellas arriba
que se acercan cuando quiero
cuando acaricían mis manos
los encantos de tu cuerpo.
2 (otra guitarra a lo lejos)
Cuando van dos caminando,
entre rosas, de la mano,
otros dos van caminando,
sollozando, separados.
Entre rosas y sollozos
todos vamos caminando.
Muchos vamos separados.
Caminando,
todos vamos caminando.
3 (la primera guitarra más cerca)
La gente dice
que está muy feo.
Que yo te abrazo,
que yo te beso,
en los portales,
en plena calle.
Bajo los árboles.
La gente dice
que está muy feo,
pero se callan
que yo te quiero.
La gente dice
(voz de mujer tras una reja)
¿Qué dice eso?
Que diga, diga,
¡que yo te quiero!
4 (la segunda guitarra un poco más cerca)
Cuando doblen las campanas
tu muerte llena de besos,
que se mueran mis sentidos
y mis versos.
Cuando doblen las campanas
por tu muerte,
el alba
que no vuelva ya.
Viviré … ¡qué más me dá!
Que no vuelva el alba
sobre mi ventana.
5 (la primera guitarra agarrada a la reja)
Yo quiero llevarme a casa
tus ojos para guardarlos
cerrados en una caja.
Yo quiero llevarme a casa
tus manos y acariciarme,
entera, toda la cara.
Yo quiero llevarme a casa
tus labios para besarte
cuando a mí me dé la gana.
Yo quiero llevarme a casa
tus pechos y poder ver
como suben, como bajan.
Mujer,
yo quiero llevarte a casa
para tenerte muy cerca
y poder besarte el alma.
Yo quiero llevarte a casa.
6 (guitarras a lo lejos)
Por el cielo caminando
se van solas las estrellas.
Solo yo nunca estoy solo,
que me marcho con mis penas.
Como el mar,
que parece que se queda
y se va.
EL BELÉN DE UN POETA puede leerse en el enlace www.wenley.net
Leido en la BIBLIOTECA MUNICIPAL de Castellón, 12 de mayo de 1956.