sábado
jul292006

Juan de Dios. La libertad

libertad de expresion de n. rockwell.jpg

     Juan contaba las últimas noticias del pueblo de Rosario María de las Flores, allá en el altiplano andino. Al desterrar el Juez, Don Severando, a los directores de los dos periódicos, los redactores de “La Verdad”, nombraron a Juan de Dios, que no tenía pelos en la lengua. Cuando Funesto, vendedor de ataúdes, volvió a hacer recaudación con los tres pastores de la sierra muertos por la guerrilla, les dedicó varios editoriales transparentes. Hablaba de la libertad a la que todo ser humano tiene derecho, nadie puede privarnos de ella, garantiza nuestra vida. La guerrilla lo raptó una noche. “Como eres tan macho y todos los días escribes contra nosotros, te cortamos las manos”. Le quemaron los muñones para que no sangrara y, desmayado de dolor, lo dejaron a la puerta del hospital. Al cabo de pocos días, a pesar de los dolores, aún sin manos, volvió a “La Verdad”. Dictaba sus editoriales y Mercedes los ponía en el ordenador. La gente se hacía lenguas de la valentía de Juan de Dios. “Acabarán con él”. Como un mal presagio, al mes le volvieron a raptar. Lo tenían aislado de los guerrilleros y de otros “prisioneros”, en una cueva de la sierra. Una mujer de la guerrilla le daba, cada día, algo parecido a una sopa. A la semana, lo llevaron al comandante. “Macho eres, sin manos y continúas con tus escritos. Te cortaremos la lengua y no podrás dictar”. Juan de Dios se estiró todo lo que pudo, luciendo su dignidad: “Me has cortado las manos y me puedes cortar la lengua, pero seguiré siendo libre para pensar lo que quiera”. El comandante, rojo de ira, dijo a su segundo “un hombre libre que piensa es muy peligroso, así que dale”. Le metieron un tiro en la frente y antes de la madrugada arrojaron, en la plaza, el cuerpo sin vida de Juan de Dios.

     Rosario María de las Flores decretó tres días de luto y banderas a media asta, las campanas doblaron a duelo y los trabajadores de los dos periódicos, se reunieron a la vista de los vecinos. Hablaron, propusieron y tomaron una decisión. Hicieron una colecta y fueron donde Juan Mateo. “Somos 47 los que trabajamos en los dos periódicos, aquí tienes dinero suficiente para hacer 48 lápidas, en todas graba “murió en defensa de la libertad, arriba una cruz y abajo deja sitio para poner nuestros nombres y la fecha”. La primera grábala con el nombre de Juan de Dios”. Juan Mateo preguntó “¿y el apellido?”. Rosario María de las Flores le contestó: “los hombres que pasan a la historia, tienen bastante con un nombre”.

Cuando un hombre defiende la libertad con su vida, puede encender a un pueblo. O, al menos, a su mayoría. No hay que pensar en comunistas e independentistas, lo suyo es destruir España y todo lo que representa. Pero hay gente que ante la buena idea de que la guerra trae males, vuelve a salir a la calle a protestar por la de Iraq. La cuestión no es la guerra, sino el terrorismo, que no está causado por el hambre, ni por las injusticias que padece el tercer mundo, sino por los fundamentalistas, etarras, talibanes, alqaedas y otros varios. Son todo lo mismo, no están jerarquizados, pero si unidos horizontalmente, como dice Garzón. Ellos acabarían, si pudieran, con nuestra libertad, como hicieron en Afganistán y pretenden en el País Vasco, donde tener ideas distintas a las de ellos puede causar la muerte, como le ocurrió a Juan de Dios en el altiplano y aquí a tantas víctimas, todas inocentes.

     Si defender la libertad propia y la de todos implica una guerra, encargaremos más lápidas a Juan Mateo, pero la libertad es sagrada. Nadie puede invocar ciertos derechos fundamentales, cuando el principal, el que hace posible los demás, está en peligro: la libertad.

22 de febrero de 2.004, Diario "El Mediterraneo".

sábado
jul292006

Lucrecia Toriz. La elocuencia

lucrecia toriz.jpg     En Veracruz, al pie del volcán Citlaltépetl de 5.743 m., apagado desde 1.687, de la ciudad Orizaba, bajaban los hilanderos hacía Nogales, para liberar a sus compañeros detenidos por estar en huelga. El capitán de los rurales, Carlos Herrera, ordenó apuntar, iban a disparar cuando se abrió paso una mujer delgada. Lucrecia Toriz, levantó la voz “el hambre, la injusticia y la pobreza a que nos enfrentamos todos los días, a cambio de unos cuantos pesos que se quedaban en las tiendas, vaya, es lo que nos mueve a pedir salarios justos”. Su forma de hablar, con palabras que salían de sus entrañas, sinceras, relatando la verdad que tan bien conocía, sorprendió a los rurales. Bajaron las armas y fueron a dar parte a Rosalino Martínez, verdugo de Orizaba por sus matanzas en Río Blanco (1905) y Cananea (1906). El movimiento de Flores Magón, fue la antorcha que recogió Madero. El 20.11.1909 se iniciaba la Revolución Mejicana y Porfirio Díaz, tras 30 años de dictadura, embarcaba en Veracruz rumbo a Europa.

     La elocuencia, cuando el que habla es sincero y dice la verdad, suele producir efectos a veces efímeros, pero a la larga da grandes frutos. En 1.917 la huelga promovida por los bolcheviques acabó con el zarismo en marzo y en octubre con el gobierno de Kerenski, alumbrando una nueva era, ya finiquitada.

     La primera huelga conocida es de 1.165 a.C., gobernando Ramsés III en Egipto. Los trabajadores del Valle de los Reyes, dejaron el trabajo: “tenemos hambre, han pasado 18 días de este mes, … hemos venido aquí empujados por el hambre y por la sed, no tenemos vestidos, ni grasa, ni pescado, ni legumbres. Escriban esto al faraón, nuestro buen señor y al Visir nuestro jefe, que nos den nuestro sustento”.

     En la actualidad, en Alemania, importantes industrias del carbón y del acero, trabajan en codecisión de trabajadores y directivos y las huelgas prácticamente han desaparecido. En Norteamérica hay empresas que, cada mes, fijan sus balances en el tablón de anuncios, para que los trabajadores sepan lo que pueden esperar de la empresa, fomentan la productividad y los trabajadores conocen las expectativas de mejores salarios. Habiendo tribunales laborales, sistemas arbitrales e interlocutores sociales, el derecho fundamental a la huelga ha perdido su oportunidad en muchos casos.

     La trupe de artistas del cine español, soporífero, salvo pocas excepciones, necesita subvenciones estatales, pues no hay productor que arriesgue dinero para financiar sus bodrios. En una economía de libre comercio, la empresa asume los riesgos para bien y para mal, sin intervención del Estado. sampietro.jpgPero la trupe, el día de su fiesta, organiza la protesta. No pueden hacer huelga, porque apenas trabajan. El año pasado se pusieron el cartelito “No a la Guerra”. Este año han “defendido” la libertad de expresión, que nadie ataca. No han querido ponerse la pegatina de “No a ETA”. Ellos están a lo suyo, van de rogelios por la vida, pero la solidaridad con las víctimas del terrorismo no les interesa. Dando ejemplo tres políticas ilustres lucían la pegatina contra ETA, Rosa Aguilar, Rosa Diez y Pilar del Castillo, representando todo el arco político nacional. La trupe solo quiere dar una patada al Gobierno a ver si abre las arcas, que nutren los impuestos de los españoles, para que ellos hagan películas soporíferas. La Sampietro, Presidenta de la Academia del Cine, decía: “hay millones de espectadores deseosos de ver nuestras películas”. No se lo creen ni los tontos. Si fuera cierto, los productores harían esas películas. Sus palabras no salían de las entrañas, no relataban una verdad, solo hablaba de su cartera. Para realizar una gesta hay que estar convencido de la verdad y así poder comunicarla al personal. La oratoria no sirve para nada, si no se transmite auténtico sentimiento, entonces la elocuencia arrastra a los que escuchan.

15 de febrero de 2.004, Diario "El Mediterraneo".

sábado
jul292006

Brian Hutton. La calumnia

     La casita de Juan, entre seis grandes pinos, la rodea un olivar milenario, productor de aceitunas negras, que adoba con tomillo, aperitivo exquisito. Por delante la antigua era y el horno de pan junto al borde cortado sobre un círculo abierto, orientado al sur. Abajo un microclima con palmeras de dulces dátiles, mangos y papayos que cuida Metodio. Se llama El Palmeral, pero sus amigos dicen El Paraíso. Se comprende que baje poco a la ciudad. Ayer vino a comprar y a las 11’30 a la tertulia. Hablaban del follón de la BBC.

     Juan contó algo al pelo. Rosario María de las Flores, tenía invitado a Emeterio, allá en el altiplano andino, nieto de su tía Joaquin a, que la crió y en gloria esté, a pasar las fiestas de junio. En la hacienda de Don Hipólito Espinosa de los Llanos, apareció su hija Lucía de los Amores, recién salida de un internado de la capital. La primavera reventó en miles de flores, el agradable calor era intenso, por las noches bajaba de la sierra un fresco que permitía dormir o bailar y enamorarse. La banda tocaba en la plaza. Emeterio sacó a bailar a Lucía de los Amores y los ojos de los dos jóvenes se llenaron de luz.

     Todos sabían que Lucía había sido apalabrada, siendo pequeña, para el hijo de Leandro el molinero, dueño de la factoría de harinas, desde que Rosario María de las Flores decidió industrializar el pueblo. Don Hipólito amenazó a su hija, con volverla a encerrar de por vida, si seguía viéndose con el chico. amantes.jpgLucía de los Amores trató de despedirse de su enamorado, pero él, con un solo beso, la convenció. Eran jóvenes, hermosos, llenos de vida y de ilusiones. Rosario María de las Flores los acogió en la casa, habló largo con ellos, estaban tan enamorados que, al cabo de unos días, fueron con ella al Ayuntamiento, llamó un par de testigos y los casó. “Podéis besaros y hacer lo que queráis, sois marido y mujer”. Don Hipólito y Leandro se lo tomaron como ofensa personal y arremetieron contra la Alcaldesa. “La Verdad” salió a la calle acusándola, en sus páginas, de cobrar a Leandro grandes cantidades de dinero por traer las aguas del monte hasta su factoría. Don Hipólito hizo llamar a su hija para bendecirla y pedir que se casara por la Iglesia. Cuando fue la joven, el padre le pegó una paliza y la raptó, nadie sabía donde estaba. Dos días más tarde, la antigua sirvienta que la crió, le facilitó escapar, con su cara amoratada. Momento propicio para que saliera también a la calle otro periódico, “El Vocero”, arremetiendo contra la Alcaldesa. Tampoco habló del rapto y la paliza, eran cosas de familia.

     Los envidiosos hacían eco a los periódicos, mientras la buena gente del pueblo, se decía: “como pase algo con Rosario María de las Flores, perderá mucho el pueblo, a ver quien sigue con la industrialización y las mejoras que está haciendo”. Don Leandro, Don Hipólito y los periódicos seguían acusándola. Don Severando, Juez de Paz, llamó a todos y cuando logró que se hiciera silencio, la Alcaldesa preguntó: “Leandro dices que me has dado dinero ¿tienes recibo?”. “No”. “¿Algún testigo?”. “Tampoco”. Mirando a Don Severando remató: “No se qué hacemos aquí”. “Ahora os lo digo”, sentenció el Juez, “los directores de los dos periódicos, Don Leandro y Don Hipólito no pueden vivir en este pueblo, ni tan siquiera venir por las fiestas en diez años. Esta orden empieza a regir en media hora”.

brian hutton.gif     Tras la decisión del insobornable Juez Brian Hutton, el Lord de Acero , la civilizada Inglaterra ha resuelto de manera elegante y eficaz el problema de la BBC, por su injustificado ataque al Primer Ministro. La emisora ha pedido perdón. Su presidente y su máximo ejecutivo han dimitido, se han ido a casa. Los que no actúan con la verdad contrastada no caben en los medios de comunicación, ni en la sociedad.

8 de febrero de 2.004, Diario "El Mediterraneo".

sábado
jul292006

Rosa María de las Flores. La infamia

carod rovira.gif     Cuando baja de su casita de campo, entre la montaña y el mar, Juan siempre acude, sobre las 11’30, a la tertulia, 20  minutos para el café. Hoy, el tema de conversación es Carod-Rovira. Ha tratado de imponer, con apenas 2% de votos nacionales, 16% en Cataluña, una concepción distinta del Estado. Un truco para romperlo, deshacer España, como le enseñaron sus adoctrinamientos leninistas. Aprovechando su cargo en funciones de Presidente del Gobierno Catalán, fue a ver a dos pistoleros de ETA “Vosotros no matéis en Cataluña y daré cobijo político a vuestro independentismo, que también es mío”. Se armó. Dimitió de Conseller en Cap, pero continua en el Gobierno. No se ha retractado lo más mínimo, piensa que lo ha hecho muy bien. Dice que ha ido a salvar vidas. Ahora quiere ir a Madrid de Diputado y se van a enterar, el resto de los españolitos, de lo que es bueno.

     Al que le cuida a Juan sus frutales, sus hortalizas, sus flores, le ha venido a visitar su tía, Rosario María de las Flores, del antiplano andino, mujer de mucha importancia, elegida Alcaldesa de su municipio. Recibió la faja de mando y llamó a Funesto. Cuando va a votar le llaman Inocencio, pero todos le conocen por Funesto, vendedor de ataúdes, que va a la Sierra, a parajes altos y desconocidos, para entrevistarse con la guerrilla y pagar comisión, porque cuanto más matan, tiene mejor negocio. Tardó mucho Rosario María de las Flores en contactar con la guerrilla. Tras cuatro intentos, llegó la ocasión y lo planteó muy claro: “he de proteger a mi pueblo, maten donde quieran, pero en mi pueblo nada, a cambio les dejaré esconderse en los refugios del monte, cuando vengan a perseguirlos los regulares del Gobierno de la capital. Sin que nadie se entere”. La guerrilla se lo estudió, estuvo reunido el consejo con el Comandante, que se mostró conforme con el trato. Irían a matar al pueblo de Vallevaquilla. “Hombre no, allí vive mi hermana”. “Está bien, mataremos en Cuevacaballo”. “Allí vive mi prima tercera, Joaquin a, no me lo perdonaría jamás su madre, que me crió y en gloria esté. Tenéis que ir a matar más lejos”. El Comandante la miró, medio en guasa, medio en serio: “iremos a matar a esos niños que comen en el basurero de la capital”. “Niños, es muy fuerte, mira, niños no; busca otro sitio”. “Vaya con la Alcaldesa, si que es remilgada. Iremos a matar viejecitos de la casta más despreciable de Bangladés. ¿Qué te parece?”. Rosario María de las Flores se le quedó mirando, pensativa. Realmente aquéllos estaban muy lejos, no los conocía y eran viejecitos. “Está bien, me lo pienso y te mando recado con Funesto”. Le contaba Rosario María de las Flores a Juan, por la noche no podía conciliar el sueño, se le aparecían los andrajosos mendigos, viejecitos, de Bangladés: “no tienes corazón, nosotros también somos humanos, si dejas que nos maten será una infamia”. La noche siguiente tuvo las mismas apariciones y los mismos sueños y la otra también. Llamó a Funesto: “cuando veas al Comandante, dile que no hay trato”.

     Lo peor de Carod-Rovira no es su entrevista con la ETA, que mal está, ni hacerlo a escondidas de sus socios de Gobierno, aprovechando estar de Presidente en funciones. Lo grave es no saber que lo ha hecho mal. No sabe que, niños, viejos, de aquí o de allá, todos somos iguales. Es un infame.

1 de febrero de 2.004, Diario "El Mediterraneo".

sábado
jul292006

Ataturk. La integración

     En Estambul, la Constantinopla cristiana, desemboca la Ruta de la Seda estambul.gifque viene de Extremo Oriente y de allí parten los Caminos a Roma y Compostela. Del Norte llegan germánicos y eslavos, al sur el Mediterráneo y Egipto. En el Bósforo, que divide Estambul, sus orillas lucen los más exquisitos palacios sobre los solares más caros del planeta, es el ombligo del mundo. Osmán, en 1.300, fundó el Imperio Otomano. Con Soliman el Magnífico, vio su mayor esplendor aunque en el sitio de Viena, 1.529, fue derrotado. La decadencia empezó en la batalla de Lepanto, frente a las naves victoriosas de La Santa Liga, formada por España, el Papado y Venecia, comandadas por Don Juan de Austria, en 1.571, en “la más alta ocasión que vieron los siglos”.

ataturk.gif     Mustafá, nacido en Salónica (hoy Grecia) en 1.881, fue llamado Kemal, "El Perfecto", por su profesor de matemáticas. Atatürk, "Padre de la Patria", es el título que recibió cuatro años antes de morir, en 1.938. Tras la derrota del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, donde Atatürk se distinguió en la campaña de Gallípoli, en el Cáucaso y en Siria, ascendió a General. Luchó contra la invasión griega de Izmir y la reconquistó, en 1.922. Abolió el sultanato otomano, ya casi liquidado por los aliados, y creó la República de Turquía, estado laico occidentalizado.

     Mustafá Kemal Atatürk, atlético, refinado, de mirada fascinante, fiero en la guerra, luchaba entre los soldados ¡El Lobo Gris! realizó las necesarias reformas. Impuso la separación de religión y estado, un nuevo código civil -el suizo-, el alfabeto latino, la monogamia, el calendario gregoriano, el voto activo y fez.gifpasivo de las mujeres, el apellido familiar tras el nombre, la vacación del domingo, el código de la vestimenta con la abolición del fez... Ese gorrito cónico truncado rojo, era el símbolo de lo que desaparecía. Turquía tenía vocación de ser occidente. El ejército es guardián de estas reformas, al margen de los partidos políticos.

     El problema del Islam, según los ayatolás, talibanes y otros por el estilo, es la utilización del Corán como libro de leyes, de costumbres y de religión. Por eso es tan difícil que los seguidores de Mahoma, que hoy invaden pacíficamente Europa, se integren. Cuando son unos cuantos, forman un núcleo aparte, aparece el imán, exigen sus derechos, que los tienen, pero la integración se hace imposible.

     El Gobierno francés va a prohibir que las mujeres lleven el velo islámico en las escuelas y universidades. ¡La que han armado los fundamentalistas!. Ellas salen a la calle, ordenadas y dirigidas por los hombres, diciendo queremos llevar el velo. De eso, en España sabíamos mucho, aún recordamos el grito de: ¡Vivan las Cadenas!.

     Un estudio reciente de la Federación de las Cajas de Ahorros, en su revistaPapeles de Economía Española, asegura que dentro de diez años, en España, una cuarta parte de la población seránvelo.jpg extranjeros. Los ecuatorianos, como los demás sudamericanos, fueron colonizados por los españoles y portugueses, quienes pegados a la religión, introdujeron los principios humanísticos de Grecia. Los rumanos vienen de una antigua provincia de Roma. Pero los mahometanos siguen siendo distintos, están encapsulados. A ellos solo cabe exigirles lo mismo que exigió Atatürk a los turcos y hoy exige su constitución. Mientras no acepten un nuevo código de vestimenta, el lugar de la mujer en la sociedad y todas aquellas reformas occidentales del tenor de las impuestas por Atatürk, será imposible la integración y que los europeos los vean con buenos ojos. Tienen derecho a practicar la religión que deseen, pero la integración social ha de ser completa. Sin alternativa.

25 de enero de 2.004, Diario "El Mediterraneo".